11 de octubre de 2010

Todo llega y todo pasa

Hoy es 11 de noviembre y el frío nos vuelve a saludar.
De nuevo resfriada, con apuntes entres mis brazos y un otoño renovado que vivir; nada fuera de lo común. Pero en realidad hoy escribo porque hace exactamente un año que una ilusión brilló en mi corazón, naciendo así una idea en mi cabeza. Lo demás ya lo habéis podido leer.
Lo cierto es que han pasado muchas cosas durante estos complejos doce meses: relaciones que han brotado, otras que se han marchitado por el engaño y otras tantas que se quedan para no quedar irse. También llegó la amistad de nuevos compañeros y viejos compañeros que volvieron. Cómo no, hubo alegrías, instantáneas de momentos para colgar en papel naranja, aunque no faltaron miedos injustos, enfados y alguna que otra resignación. Pero como quien dice, las coas buenas no se apreciarían sin las malas, de modo que lo bueno en el recuerdo y lo no tan bueno para el bolsillo, así lo llevemos con nosotros para no volver a caer en ello.
Creo que nunca me marcho vacía de un año tan fructífero; un año de sentimientos.
Aunque pensemos que no y a veces no seamos conscientes de ellos, todo llega y todo pasa, y pasa como un tren que no espera, asique estemos atentos en esta vida porque cada vez que respiramos se escapa un aliento de vida… cada vez que el corazón late, una oportunidad nace. Y las oportunidades hay que aprovecharlas, ¿no creéis?
Quién sabe como estaremos el año que llega, y cuántas cosas nos habrán ocurrido, lo que sí sé es que quiero vivirlas, experimentar cada sensación e ir acercándome más y más a lo que soy yo, un bohemio arlequín entre mil payasos y millones de estrellas por descubrir.


Y como "de bien nacidos es ser agradecidos", se lo agradezco un Niño Vaho y a un Príncipe Mendigo*

22 de septiembre de 2010

Tercer día: aburrida

Por primera vez en este año, vuelvo a escribir desde la biblioteca de la universidad.
Ayer me dieron una de las mejores noticias de estos últimos meses, y es que conseguí lo que me tenía todo el verano preocupada: aprobar el último curso de inglés de aborrecida escuela de idiomas, y con ello puedo dar clases e incluso opositar, pero vayamos con tranquilidad, que primero están tres cursos por delante en la facultad. Y digo tres porque he tenido mucha suerte con respecto a mis compañeros y ahora solo amigos, ya que a la inmensa mayoría los han dejado por el camino, impidiéndoles seguir con el plan origen o avanzar al siguiente del nuevo con tan solo una asignatura suspensa. Mis amigos lo llaman injusticia; yo no sé cómo llamarlo, pero me decanto más por mala gestión y organización. Incluso a mí, pasando limpia, me han desaparecido los créditos de una asignatura que superé el año pasado, pero bueno, no voy a ir recriminando a mi profesora lo que se ha impuesto por superiores; hay que acatarlo y ya está, sea o no justo.
Hoy es mi tercer día y ya me veis aquí escribiendo en horas de clase porque no asisten los profesores (a saber el caos en el que se están viendo envueltos también). De momento el frío no ha hecho presencia y aun tengo tiempo libre para salir por las tardes para engrasar la relación con mis amigos de universidad tras tres meses de incomunicación.
Es extraño como, alguien a quien ves unas cuatro horas de media diarias, desaparece de tu vida durante un periodo de tiempo, así porque sí, y reaparece del mismo modo.
Bueno, me voy a ir yendo otra vez al aulario, a ver qué impresión me dan mis nuevos profesores. Ojala este curso sea provechoso y, sobre todo, agradable.

6 de septiembre de 2010

Medicina indispensable

Hoy voy a hablar un poco de una enfermedad que te coge por los cuernos en el momento más inesperado y que es tan contundente que se hace muy difícil de asimilar, tanto por la víctima como por sus familiares como un buen amigo mío…


Si bien algunas leucemias tienen carácter fulminante, otras pueden ser enfermedades indolentes, de presentación insidiosa. Ya que no existe ningún síntoma que por sí solo y de manera específica permita diagnosticar esta enfermedad, el método más seguro para confirmar o descartar el diagnóstico, en casos seleccionados, puede ser realizar una biopsia de la médula ósea. Algunas de sus manifestaciones clínicas más importantes son: decaimiento, falta de fuerzas, mareos, nauseas, inapetencia, disminución de peso importante, fiebre y escalofríos que duran varios días sin una causa aparente, sensibilidad ósea, dolores articulares y de extremidades, sangramiento y anormal y hematomas, palidez de piel… un sinfín de injusticias que empiezan a darse en ti sin poder evitarlo.
La impotencia de los seres queridos es tal que no tardan un segundo en ofrecer su médula espinar. Mi amigo sabe que muy bien que sufrirá intensos dolores de espalda durante meses, pero nada comparado con lo que está padeciendo su madre. Al fin y al cabo, el amor hacia una madre trasciende hasta dar su vida por ella.
Los amigos a veces no sabemos como actuar; unos no hablan del tema por miedo a meter la pata, otros actúan como si nada pasara intentando animarlo, otros tantos intentan que hablen del tema para que se desahogue, mientras que otros le dan ánimos y les prestan su coraje, aunque ninguno sabe si lo está haciendo bien, ya que nunca es suficiente en estos casos.
Como siempre, “cáncer” es una palabra que aterra y, sobre todo, que siembra una impotencia a veces imposible de sobrellevar allá por donde pasa. Arrasando. Desde aquí, inútilmente le mando mi apoyo a esa familia que hace poco pasó por otro cáncer. Me hace pensar, y supongo que no soy la única, lo mal repartidas que están las desgracias… hay tantas y de tantas índoles que es complicado que no nos toque alguna.
¿Pero sabéis qué? Que la vida nos recuerda, y si no lo hace ella lo hará alguien querido, que no debemos enterrar todas las cosas buenas que siempre están a nuestro alcance de donde poder agarrarnos cuando vienen los huracanes, nos ayudan a que no nos traguen, y sin embargo en esos precisos momentos olvidamos que las tenemos. No hay que dejar que se nos hagan invisibles en los peores momentos, porque son precisamente las que nos echen para adelante. Y esas cosas son el carácter de luchadores propio de las personas, el de superarse, la esperanza, las ganas de vivir y, sobre todo, la gente de nuestro alrededor. Esa gente que espera que seas fuerte, que te quiera viva y feliz y además estará contigo, físicamente o no, hasta que se extinga la desgracia.
Yo soy de las que piensan que tu estado de ánimo, en otras palabras, la forma de ver la vida, es relevante en el resultado. Para mí una de las medicinas imprescindibles. Yo tengo la confianza de que mi amigo le recuerde a su madre que se la tome todos los días… hasta que ojala volvamos a verla bien.

29 de agosto de 2010

Noche y Día

Cuenta una leyenda china la historia de dos amantes que jamás logran reunirse.
Se llaman Noche y Día.
En las horas mágicas del atardecer y el amanecer los amantes se rozan y están a punto de encontrarse, pero nunca sucede.
Dicen que si prestas atención puedes escuchar sus lamentos y ver el cielo teñirse del rojo de su rabia.
La leyenda afirma que los dioses tuvieron a bien concederles algún instante de felicidad y por eso crearon los eclipses, durante los cuales los amantes logran reunirse y hacer el amor.


Tú y yo también esperamos nuestro eclipse.
Ahora que hemos comprendido que ya nunca volveremos a encontrarnos, que estamos condenados a vivir separados, que somos la noche y el día.

19 de agosto de 2010

Momo, Shamrock y yo


Se sintió atraída, tanto como cuando algún peñasco me hipnotiza a mí para que lo trepe y pueda admirar la fuerza del océano, solo que ella no quería estar sola. Sentía curiosidad; lo sé porque descubría su cuellecito más de lo normal. Y también prefería irse con él, muy a mi pesar. Sin embargo se lo permití, aunque no pude evitar pensar qué fuerza atractiva podría desprender para que se acercase a un extraño. Aún así, noté que no era un extraño cualquiera, porque cuando alguien es del mundo, no es extraño para nadie. No hablaba, pero con su postura paciente decía que se podía confiar en él. Parecía tan confiada que ya no quise retenerla si quiera. Esperé pacientemente escrutando su figura intentando indagar dentro de él, pero se me hacía muy difícil con tal maraña que tenía por cabello ocultando su mirada, de modo que me quedé mirándole fijamente hasta que alguno de los dos cambiase su conducta, hasta ahora de reconocimiento. Llegó un momento en que el muchacho ladeó la cabeza hacia ella, como si mi tortuguita le hubiese saludado de repente y él hubiera salido de su distracción; ahí fue cuando me aproximé más a ellos, quizás para que me diese más tiempo a intervenir en el peor de los casos. Cuando la recogí la llamé Shamrock; me pareció un nombre que se ajustaba a la perfección a ella porque la encontré entre los tréboles de un paraje de Belfast y además era tan verde y mágica como un trébol, o Shamrock en irlandés. Entonces yo le encanté y se vino conmigo a pesar de que siempre ha sido tan ansia de libre al vidrio como cualquier otro reptil. Y ahora, por primera vez, parecía que quería ser poseída por él. Sostuve la hipótesis de que la razón fuera que él también era libre, o al menos aparentaba no tener ningún tipo de sujeción a las leyes sociales, y si estaba con él, ella también se sentiría libre.
Dos almas salvajes. Tal conclusión me hizo sentir miedo… aún era lo suficientemente egoísta como para dejarla escapar y no hice otra cosa que agarrar su cálido caparazón. Me costó atraerla hacia mí, más por mis propias barreras morales que por su fuerza. Entonces fue cuando habló. Dijo que su nombre era Momo y yo titubeante, aunque no sé si se refirió a mi o a Shamrock le respondí con el nombre de mi tortuguita y con que la cuidara. Sinceramente tenía la débil esperanza de que me contestara que no quería hacerse cargo para ella, sin embargo admitió que es duro separarse de alguien querido. Supe que me entendía y también que la dejaba en buenas manos aún si conocerle de nada, pero si mi tortuga le había elegido, tendría que confiar en su criterio, o al menos en su instinto. Le da dos golpecitos en su cabecita a modo de despedida y acto seguido se subió al regazo del muchacho. Dicen que cuando alguien se presenta deja de ser un extraño, por eso nunca olvidaré el nombre de Momo.

16 de agosto de 2010

¿Qué significa temer a lo desconocido?

A los críos se les suele inculcar el rehuir de los desconocidos y de cualquier cosa de la que desconozcan su naturaleza o nivel de peligrosidad; después, cuando crecen, dicen que “les dan respeto” tales cosas, y yo me pregunto cómo pueden decir que les guardan respeto a algo que solo inspira desconcierto.
Lo “desconocido” ha sido muy tratado en tramas psicológicas, espectrales, policiacas, astronómicas y demás, pero lo que tiene en común es el cierto repelús que nos da al intentar definirlo, normalmente con voz piano y breves silencios intercalados entre reflexión y reflexión.
En mi caso, tengo por seguro que lo desconocido me fascina en su esencia; algo que nuestra mente humana tras mucho discurrir aún no ha resuelto en claro me resulta realmente alucinante, pero que a la vez, esa fascinación no puede alienarse de intranquilidad y desasosiego, sobre todo si incide directamente en tu persona.
Por estos y más motivos no me puedo aclarar y no sé qué debo sentir; ¿motivación? ¿Curiosidad?, ¿miedo tal vez?... Supongo que una pizca de todo, sin embargo me temo que son fases sucesivas y conforme van avanzando los días no queda rastro de la motivación y la presencia del miedo se hace indiscutible.
También se le puede llamar desconocido cuando te ocurre algo del que no sabes su raíz aunque su consecuencia te haya llegado sin aviso ni permiso. Y con más razón aún si lo que te ocurre es causa directa de un desconocido. Entonces aquí todo es desconocido, incluso la reacción que debes tener ante esa acción…porque no suele ser positiva.
No quiero ser fatalista ni nada por el estilo, pero cuando la situación te desconcierta hasta tal punto que ni te imaginas cual va a ser tu futuro y ni si lo vas a tener si quiera, el primer punto es dejar constancia de tu preocupación como si de una nota de suicidio se tratase...

29 de junio de 2010

Los truenos de su tormenta

Como un golpe seco asestado al corazón,
más fuerte que el que luego él propinó,
que no le nubló la vista pero sí la razón
todo respeto e incluso amor le arrebató.
No fue un jarro de agua fría sino ardiendo
el que le cayó cuando traspasó el umbral
no pudo evitar hacia ellos salir corriendo
entonces nadie ni nada le podía parar.
Hizo lo que nunca deseó llegar a hacer
porque va en contra de toda ley y moral
pero la rabia no hacía nada más que crecer.
Cosas horribles se le pasaron por la cabeza
En vez de eso puso sus amenazas por delante
para acabar con todo y tanto sinvergüenza
agarrándola de la muñeca y echarles.
Esa escena no la deseaba ni la merecía
acabando apoyado sobre la pared vigilante
y con ojos que casi de asesino parecían
por el fuerte dolor que logró envenenarle.
Las injusticias de las que siempre le advertía
eran del mismo que sin ninguna explicación
desde hace tiempo indefinido las cometía
¡a quien no debía le falto consideración!
No entendió como pudo arruinar el amor
que fue promesa eterna y sin engaños
perdiendo su dignidad por un ajeno calor
que esa noche borró tantos dulces años.
Sin embargo debe guardarlo en secreto
sufriendo por quienes quiere y lo vieron
ya que tales oscuros y tristes sucesos
de sus heridas alma y memoria huyeron.
Aunque hay una persona en su vida
que sí oye los truenos de su tormenta
y estará para darle cura a la herida
que en silencio sangra y se lamenta.

16 de junio de 2010

15 de junio de 2010

Soñadores que no mueren de realidades

Tras salir parcialmente de un estado de inconsciencia (sí, soy una inconsciente, pero menos que aquel que no reconoce serlo) y con la mente más hundida en el alma, puedo percibir el mundo en el que estamos, no como uno que nos ha sido impuesto sino como con el que somos partícipes, el cual cambiamos y manipulamos a nuestro antojo.
Ahora me doy cuenta de lo mal que sabemos aprovechar su esencia y de las ideologías de hojalata que encierran nuestra mente; si seguimos así estaremos relegados a ser chatarra de ese mundo que apenas conocemos.
Nos da miedo sentir, por eso no indagamos en emociones que nunca hemos explorado por temor a no encontrarnos o no saber reaccionar, incluso porque nos pueda gustar… entonces querremos ver qué pasa si nos adentramos un poco más, mas no poder frenarlo sería un error para nuestro roll robotizado.
Pero ahora pienso y creo que el hecho de que se puedan romper nuestros esquemas no es malo sino todo lo contario, emocionante tal vez. Si eso pasa significaría que he sobrepasado los límites que hubiera puesto inintencionadamente a mi mente, y el haber sentido algo insospechado, distinto o puede que contradictorio, sería un gran descubrimiento. Habré traspasado uno de los muchos dinteles que nos llevan al conocimiento del mundo.
Repito que no sabemos casi nada de él, a pesar de estar convencidos de controlarlo, y estamos aún más lejos de conocernos a nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestras capacidades, nuestros deseos más ocultos, nuestras limitaciones o incluso nuestros sueños. Esto de hablar de sueños no es asunto fácil de tratar, o como se diría, no es moco de pavo.
Estoy viendo una película que no creo que pasara a la gran pantalla, ya que está catalogada como erótica (que no porno) solo porque refleja una visión poco común del tratamiento de los sentimientos, haciéndote pensar, puede que desgraciadamente, que tú eres demasiado simple en comparación. Dicha película va sobre películas, y las películas las crean soñadores, a los cuales no les vincula el dicho “quien vive de sueños, muere de realidades” ya que estos soñadores hablan de la realidad, o mejor dicho, de las realidades en las que estamos envueltos porque no hay solo una a mi parecer, sino multitud en función de cómo y en qué medida experimentes la vida… de cómo percibas y cambies el mundo.
Algunos cineastas son una parte de los soñadores que están situados, por suerte o por desgracia, en otra perspectiva. Ellos no son extras, son protagonistas; no son los que esperan ser rescatados, sino que son caballeros que luchan con valentía contra el temor a saber una verdad que está más allá de lo superficial, y también mesías, en tanto que son visionarios que plasman en actos lo que ellos descubrieron para dárselo a conocer a todos. Si consiguen romper el caparazón de conformidad de tan solo un corazón, dejándolo en libertad para encontrar por sí mismo, se darán por satisfechos.
Pero estos solo son una parte. Hay más soñadores porque hubo huelguistas, primero universitarios y después trabajadores, en los años de la opresión, pacifistas entregados en época de guerra, escritores rebeldes indispuestos a dejar de pensar… tanto unos como otros: soñadores que no mueren de realidades.

2 de junio de 2010

Destinado a malograrse

Como un Big Bang en mi pecho explotan todos los sentimientos que han sido alimentados, expandiéndose la decepción por cuerpo y alma. Ganas de golpear una guitarra contra el suelo mientras escucho una de esas canciones de histeria, de estampar relojes, de hacer jirones la ropa, de arañar cristales, y lo que más, de vomitarles a la cara todas esas palabras de resentimiento a todas esas personas que lo alimentaron durante todo este tiempo. Porque nadie se quema de rabia por combustión espontánea, sino que traga paciencia y se atraganta por la cohibición. Al final sale todo desde el comienzo. La impotencia se transforma en rencor y éste en envenenamiento, el cual es barroco en las paredes de mi corazón. Me arranco la elocuencia si pienso en el primer factor. Prisión. No tengo nada que decir que no resulte vano, el derecho a guardar silencio se convierte en una desesperante obligación, así la prudencia me cose los labios por miedo a ser desterrada al igual que al acusado. Muerte de la defensa. ¿Qué pasaría si pronuncio la justicia? Que mordería la mano de quien me da de comer, nunca mejor dicho. Por lo tanto, mi silencio es mi prisión y mientras lleve buen comportamiento, el verdugo no hará correr la sangre que también corre por sus venas.
El segundo factor. Asco. Repugnancia hacia las ofertas de tres por uno: indirectas, sinvergonzonería y orgullo. Pacto que rompió, neutralidad que perdió. No comprendió que la indiferencia, aunque fuera peor cura que la enfermedad, era necesaria y única solución, y desde entonces eligió la traición, la cual le costó barata gracias a dicha oferta. Como es común, muchos se olvidan de leer la letra pequeña y ser cliente habitual tiene su precio, el cual más caro por momentos, hasta llegar a que lo bueno que vivimos se arruine y nos consuma por completo.

Tercer factor. Hipocresía. Tantos carroñeros que desgarran tu dignidad aun en vida pero cuando no puedes hacer nada por evitarlo, que se alimentan solo si fracasas y que con un manojos de sonrisas afiladas y un “no te vayas” te apuñalan las espaldas. Pretenden entreabrir la caja de Pandora sin ser descubierto pero ay si les adviertes ¡se echarán sobre el encarado! Sin duda sé que estas personas no merecen ser protagonistas de frustración pero en mí en parte han vencido cuando al menos consiguen aparecer en mi lista de venenos. Una vez hayan entrado en el círculo vicioso de la falsedad, se morderán su propia cola.
Cuarto factor. Decepción. Podré tener esta voz de niña pero no nací ayer y tras este cabello rubio no tengo un pelo de tonta, a pesar de que algunos ni lo sospechen. El desconsuelo que me produce la escasez de transparencia y el declive de nuestra relación entre las personas que considero genuinas no se puede expresar con palabras, al menos yo no puedo, ya que considero menos dañino el odio de un enemigo que el desvanecimiento del amor de un amigo (no hace daño quien quiere sino quien puede, ¿no? pues eso). En este caso no sé qué pesimista acción me apetece porque me resulta demasiado arrebatador que lo que yo aseguraba tan verdadero, tan indestructible y tan único solo fuera un afán de conseguir un fin tan morboso como erróneo. ¿Para eso tanta dedicación, para echarlo por la borda tras un no? otro que no se percata de que construimos algo grande y fuerte, pocas veces conseguido… por eso fue una locura demolerlo con intenciones contrarias al descubrir que no sirve para tal egoísta propósito; que yo sepa un puente no se diseña para lograr pasar de un lado a otro sin explorar, sino para transitar con facilidad día a día de un lado a otro conocido. Todo fue un artificie, un engaño que se descubrió cuando el interés (en mi) despareció y fue a la aventura para crear otro sin demora. Quizás lo sabía desde el principio, pero no quise desengañarme del todo hasta que elaboró otro interés, desgraciadamente en una persona que adoro hasta el día de hoy a pesar de las distancia, repitiéndose el cuento tras un no, afectando ahora a ambas incrédulas. Si al hablarlo entre las dos solo concluimos degradación, no me negareis mi decepción.

¿Qué sentimientos han salido de mi interior? Reflexionando lo veo inevitable si he digerido esto en tan solo un corto y desgraciado fin de semana, sumándole que he echado en falta a mis almas gemelas, aun a pesar de que hace poco nos desviamos algo de la perfección sin quererlo. Únicamente un sabio consejo puede tranquilizarme, sin embargo ni eso conseguirá arreglar lo que está destinado a malograrse…

16 de mayo de 2010

Bastión de ecuanimidad

Aborrecida de tal susceptibilidad exacerbada y cada vez menos apetente de jolgorios irónicos, me quedo en mi casa. Estaba vez me acompaña la soledad y una mosca ¿qué has venido a hacer aquí, acaso quieres aburrirte conmigo? La mosca revolotea hasta el marco de la puerta, bastión de ecuanimidad, y se larga; quizás se haya sentido tan sobrante como yo, que soy como el ventilador en invierno o la calefacción en verano. Aunque ahora me dejo de temperaturas: acaba de pitar el segundo termómetro que me pongo esta tarde (sé que es por la tarde por el reloj) y éste también marca 35 ¿estaré muerta? Me pongo guantes para no congelar el cuaderno que absorber para esta dura semana que se me avecina… debería haberlo supuesto: las preocupaciones y la depresión tiran a la basura mis defensas y acaban por pasarme factura. El timbre me avisa de que llega un visitante; intento parecer una enferma débil y dulce pero la bazofia de pensamientos congestionados escriben en mi frente “no tengo ganas de nada”. Aun así el visitante me coge las manos y parece que un hilo de calor empieza a enrojecer mis pálidas mejillas. Algo más humana, el timbre insiste y llegan tres visitantes más, a la par que el primero se va. Ceno ligero porque mi boca solo me pedía una pastilla milagrosa de esas que no existen, y me voy a dormir ¿descansaré también?
Me despierto sudando; ya solo soy un gran constipado. Estoy sola de nuevo en mi casa me pongo a cantar carrasposamente mientras realizo las tareas habituales de los sábado-mañana. Vuelve a llegar el visitante, me dice que estoy preciosa ¿estará ciego?, se va, almuerzo, estudio, estudio, estudio…




…estudio, estudio y recibo una llamada. Ya tengo planes para esta noche… celebramos nuestros 5 meses con risas y tontunas intercaladas.

Pero los planes acabaron planeando sin alas.
(¿Vale la pena que siga? oh no, creo que no)

10 de mayo de 2010

¿Inspiración vs razón?

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel.

Murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder.

Deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como al través de un tul.

Colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris
que nadan en la luz.

Ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás.

Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar.

Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin riendas que le guíen,
caballo volador.

Locura que el espíritu
exalta y desfallece,
embriaguez divina
del genio creador...

Tal es la inspiración.

Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro
y entre las sombras hace
la luz aparecer.

Brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel.

Hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el zenít.

Inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir.

Armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás.

Cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal.

Atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción.

Raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga,
oasis que al espíritu
devuelve su vigor...

Tal es nuestra razón.



Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo al genio es dado
a un yugo atar las dos.
Bécquer

9 de mayo de 2010

Les oiseaux

Il racontait avec sa voix douce, un peu essoufflée, les histoires de ces oiseaux qui volaient longtemps au-dessus de la champagne, quand la terre glissait sous eux avec ses rivières en méandres, les petits arbres plantés le long des routes pareilles à des rubans noirs, les maisons aux toits rouges et gris, les fermes entourées de champs de toutes les couleurs, les prairies, les collines, les montagnes qui ressemblaient à des tas cailloux.
Il racontait aussi comment les oiseaux revenaient toujours vers leur maison, en lisant sur le paysage comme sur une carte, ou bien en naviguant aux étoiles, comme les marins et les aviateurs.
Les maisons des oiseaux étaient semblables à des tours, mais il n’y avait pas de porte, simplement des fenêtres étroites justes sous le toit.
Quand il faisait chaud, on entendait les roucoulements qui montaient des tours, et on savait que les oiseaux étaient revenus.

1 de mayo de 2010

Necesidad de aire abstracto

No me da miedo lo que pueda encontrar en tu interior cuando te leo la mente, lo que puedan reflejar tus ojos o lo que puedan decir tus silencios. Es cierto que nadie sabe lo que puedes hacer por mí cuando simplemente me esperas y lo amadas que se sienten mis manos.

Pero empezaste a temblar el día que te dije que temía por las dos palabras especiales, que dejarían de serlo si seguías derrochándolas.
No habías sospechado que yo fuera tan abstracta, allí tan tumbada sobre esa superficie verde, tan supraimpulsiva… y me miraste con la boca fruncida del temor a ahogarte con mis confesiones, sin embargo tus ojos se clavaron en el verde. No llevaban enfado, ni incomprensión, solo estupefacción y arrepentimiento. Sobre todo terror. Me pareciste tan indefenso y herido que sentí el arrebato de abrazarte… entonces mis labios, a dos centímetros de los tuyos, te dijeron que no tenían intención de separarse de los tuyos pero que sí deseaban coger aire más a menudo. No sospechabas que todo llevaría a ahogarme en tu rebosante apego, ni que para mí las más bellas palabras no dicen más que los gestos apenas perceptibles, ¿acaso no sabías que creía en el discreto encanto de las pequeñas cosas? Te demostré que la cantidad no significa calidad.
También te quedaste sobrecogido cuando deshice todas tus retales de artificiosidad y te hice pensar más allá; profundizaste hasta que descubriste que no era todo igual que en zona superficial, sino que me encantaba tu naturalidad… fue todo tan fácil. Llegamos a la misma visión los dos juntos, cogidos de la mano, al mismo tiempo, demostrándome que puedes conocer mi ser totalmente sincero. El alivio se apoderó de mí mientras tú dejabas de temblar poco a poco, agarrándome cada vez con más fuerza.

22 de abril de 2010

El escalofrío de tu amor

Tu mirada ha quedado con la mía a las 7 en el Alma. Tu mirada ha empezado acariciando mi tez y tras tomar un par de destellos muy cargados me lo ha confesado.
No sabía que eras tú el hace que el mar sea salado, el que oscurece mi ropa cuando se moja, el que le pone sonido a los truenos y el que le da el color azul al cielo.
Me has contado tu secreto; ahora sé que solo tú eres la razón por la que mi boca se seca cuando estoy nerviosa, por la que no puedo articular palabra al inspirar, por la que cierro los ojos cuando estornudo y por la que río cuando siento cosquillas.
Todos a los que también les pase podrán saber a partir de ahora que alguien piensa en ellos, que si les ocurre todas estas cosas es porque alguien les quiere.
Ahora sé que la fuerza invisible que recorre por mi espalda es el escalofrío de tu amor.

19 de abril de 2010

"¡Uno para todos y todos para uno!"

- ¿Quién soy yo?
- La de siempre, ¿no?
- ¿Soy una para muchos o muchas para uno?
- Es una de esas depende de de para quien.
- No hay dependes ¿Quién soy yo? Solo una es posible. Yo soy una, ¿pero quién?
- ¿Puedo saber por qué tiene tanta relevancia para usted averiguarlo?
- Por cómo debo comportarme. He salido del envoltorio y carezco de libro de instrucciones.
- Pocos son los que lo leen.
- Y solo dan traspiés hasta que logran controlar. Estoy fuera de control, soy incomprensible, ¡difícil de manejar! ¡Rota al fin y al cabo!
- Todo tiene su arreglo si se hacen los ajustes adecuados.
- ¡Qué ajustes, diablos! Vengo defectuosa de serie ¿Quién podrá entender a quien no le programaron?
- ¡Qué cosas dices! ¡No pretendiera ser un robot! ¿Quién debiera programarle? Absolutamente nadie merece tal enmienda.
- Entonces dígame, ¿cuál es la conducta que debo adoptar?
- Sea cual sea no habrá instante en el que a todos plazca.
- Es así de evidente. Ni si quiera yo misma me sentiré a gusto. ¿Qué anhelo, sentirme realizada o a fin de cuentas realizar cuanto los demás anhelan?
- ¿Lo encuentra incompatible?
- ¿Y si así fuera?... ¿Se percata de ello? El hecho de que no me pueda responder es muestra irrevocable de la ambigüedad del asunto, de descontrol, ¡de duda infernal!
- Demonios, ¿tiene idea de sobre qué duda? ¿Acaso duda se sus propias inseguridades? Dudas sobre dudas, ¡qué ironía!
- Pues no sea tan irónico; por lo menos así sabe qué es usted. No me engañaré más. Ante todos soy imperturbable. Y no se equivoque; no lo aparento, lo soy. Algunas y concretas decisiones no me conciernen, sin embargo formo parte de ellas, ¿me entiende?
- De ahí que no se aclare de si usted es una para muchos o…
- O muchas para uno. Ya lo va captando. Entienda la complejidad de ser parte de algo que no controla.
- ¡Oh, venga! Eso de lo que me habla es tan cotidiano como la salida del Sol. ¿Acaso no somos parte del Mundo a pesar de no disponer de su control?
- ¡Ay! No se trata del mundo, sino del mundo de cada uno. Como un satélite desorientado ando orbitando alrededor de no sé quienes, atraída en unas ocasiones por unos y por otros en otras.
- ¡El que se está desorientando estoy siendo yo con tantas vueltas a la cabeza! Pero, ¿nos estamos acercando, no es así?
- A muchas millas estamos de contemplar la claridad de cerca. No viviremos para tocarla.
- Me contento con irme aproximando. Dígame si no estoy en lo cierto si afirmo que si fuera una de muchos, a alguno no podría contentar, y si, por el contrario, fuera muchas para uno, podría dejarlo de ser por contentar a la mayoría. Pues bien, ya puedo responderle: sé para ti; es más importante estar contento con uno mismo que intentar averiguar a quién contentar.

15 de abril de 2010

When the wind sighs in the trees...

Cuando susurra el viento entre los árboles se revela en mí una reminiscencia de lo que yo era. Vivía con 19 años tras mis pies y ya los arrastraba resignada hacia la que soy ahora.
Entonces creía en la bella dificultad del primer beso y la amarga belleza del último, que una mano en el hombro ya era el mejor apoyo, en que los corazones que dibujamos son muy distintos de los reales, tan idealizados como la imagen que se tiene del que electrifica tu nuca.
Esa que le encantaba escuchar música clásica para estudiar, dormirse y en los viajes de vuelta, la que pensaba que ir a un restaurante consta de las mismas escenas para todos; entrar al restaurante, sentarse, ver menú, pedir comida, esperar, comer comida, pagar, salir del restaurante… pero que sin embargo el brindis y la compañía son únicos.
La que sabía que los ángeles sí nos ayudan y los cuervos comen más que carroña.
Era yo años atrás la que no tenía ningún ídolo millonario y se enorgullecía por ello, la que clamaba las injusticias del mundo por si alguien la oía, la que odiaba decepcionar a un amigo.
Con 19 años me reía al recordar que echaba colonia a las cartas para perfumarlas, de mis diarios de niña y de los dibujos pintados sobre la tapa del váter, y ahora lloro por no volver a tenerlos.
Era la época de los pendientes colgantes, el llamativo esmalte de uñas, el pañuelo al cuello, las tachuelas, los pantalones de cuero, el té, las cervezadas y de las rondas de chupitos. Disfrutaba de la temporada alta de los pequeños viajes, la intimidad sobre el rellano de dos escalones, las confesiones entre cojín y manta y de los flashes de cámaras fotográficas.
No había piedra que me impidiera surcar los caminos en mi bicicleta, no había valla que me cercara la entrada al césped, no había espada o basto que me reprendiera por jugar a las cartas con mis amigos.
Estudiaba para crecer, veía películas para sentir, leía libros para pensar y escribía para descubrir.
Aun recuerdo cuando me gustaba notar el silencio a pesar de que se dice de su inexistencia, la soledad no me daba miedo aunque la equivocación me aterraba, así como los trenes que se marchaban para siempre llevándose conversaciones que nunca volverán a ser disfrutadas.
Sentía tantas cosas que no cabían todas a la vez en mí, colmándose mi vaso en algunas ocasiones.
Pero quedaba mucho tiempo para que el grifo se oxidase, y un poco más para que se cerrase definitivamente. Hoy ya no cae con tanta fuerza… ahora me pregunto por qué esperamos a que se acerque el momento en el que caiga la última gota.
¡Quién tuviera 19 años! Si pudiera rebobinar, lo que haría es ser feliz.

8 de abril de 2010

Hablando de máscaras

http://www.youtube.com/watch?v=krzxZTwcbtA

¿Y si no tievieramos máscaras que quitarnos y esa de la que hablamos es parte de nosotros?
Y... ¿si somos muñecos?
Entonces tendríamos que tener cuidado del cuándo y del con quién... no nos vayamos a romper.

31 de marzo de 2010

Preguntándote dudarás

[ http://www.fotolog.com/makris91/91459403
Cuando sucede (como sucedió en enero) me siento culpable e incluso despreciable por no haberlo notado... por haberme enterado la última... por haberme merecido el arrebato de la confianza que antes ella tenía en mí... ]


Nado en un mar de incertidumbres.
Empezando por que nada es bueno y nada es malo, desconozco qué es lo correcto.

Puede que una elección acertada se convierta en una inconveniente según qué es lo que dé el punto de vista, y el contexto lo sea todo.

Quizás le damos demasiada importancia a la elección en sí, si ésta está siempre sujeta a algo superior, y ese algo lo proporciona de una forma distinta cada persona, siendo ésta condicionada también por algo que se sitúa más arriba aun, ¿has oído hablar alguna vez de la coherencia y la adecuación? Seguro que la escribimos alguna vez en un examen de lengua, pues bien, creo que es la clave de nuestras elecciones, algo así como que los peces son nuestras acciones y el agua las situaciones; todo gira alrededor de las segundas.

Si no, ¿cómo te explicas que una amiga haga algo incomprensible para los demás?, ¿por qué para ella fue lo correcto y para los demás una estupidez? Quizás todo sea una estupidez cuando lo sacamos de su contexto, como un pez agitándose sin poder respirar una vez fuera del agua… puede que si no lo vemos desde dentro no sabremos los motivos de su coherencia.

Pero qué difícil es verlo desde un ambiente que no nos pertenece, ¿no crees?
Sería como tener los ojos abiertos dentro del agua, intentando ver las cosas como los peces lo hacen… no lo conseguiríamos, al igual que si intentamos comprender la elección que una amiga tomó sin estar en su piel, sin haber experimentado todo lo que la llevó a tomar esa determinación… sin embargo las amigas no disponemos de unas gafas de bucear.

¿El kit de la cuestión podría ser que el amor es incomprensible y nos obliga a hacer estupideces? Quizás el amor sea una especie rara de pez que nada en dirección contraria a los demás, así ni las situaciones ni las personas que están en ellas sepan como encajarlo.

Lo que sí sé es que hablando de este especimen que tenemos todos en nuestro interior que nos hace pensar que nunca haríamos algo cuando lo ves hacer en otra persona, cuando llega el momento, comienza a nadar en dirección contraria y antes de que te des cuenta ya lo has hecho, y lo peor de todo es que creíste que era lo correcto;
lo sé porque me ha ocurrido enamorarme de quien no me conviene o de quien no debo, he aceptado una segunda vez, he creído que amaba cuando solo era cariño y he creído que me amaban cuando no era así.
Ni si quiera sabe uno si la situación amorosa en la que está es verdadera, la definitiva o “la correcta”.

Por eso comprendo a mi amiga a la vez que pienso que está ciega… ¡qué me fundamente alguien el por qué vuelve con quien la ha dejado “definitivamente” dos veces, con quien cada vez que hace esto por su propia naturaleza insegura la destroza e inunda en lágrimas, con quien le pide que vuelva con junto a él con el insípido argumento de que son pequeños baches que pasan todas las parejas!
y sin embargo ella se traiciona a sí misma haciendo lo que dijo que no haría, e intenta construir a pedacitos su amor roto, sin importarle lo que digan los que la consuelan e intentan darle consejos cuando su autoestima estaba en el fondo del agua.

No pienses que la recrimino por sus elecciones, pero no evito la reacción típica de una amiga que no quiere nada malo para ella.
A veces me siento ser como sus gafas de bucear, para hacerle ver cómo son las cosas en realidad… ¿pero si somos yo y los demás quienes nos equivocamos porque no somos ella y no comprendemos los intensos motivos que a nuestros ojos la impulsan a hacer estupideces?
Deben ser muy fuertes, pienso yo… o es el amor el que no funciona correctamente negándose a seguir el camino coherente; es posible que sea la cosas más ilógica y rebelde que exista en nosotros, ¿en ti no es así?

27 de marzo de 2010

26 de marzo de 2010

Para un momento, quiero tomar una conversación

De un arlequín se espera que sea sincero,
pues bien, tengo que admitir que, mientras hacía un intento de acompasar mis movimientos con la música, descubrí que hace tiempo
que necesitaba una buena conversación.
No sé si se puede echar de menos algo que ha sucedido pocas veces,
pero deseaba y deseo
poder hablar tranquilamente.
No me refiero a hablar por el camino o en las comidas de temas en retales,
o de planes inmediatos ¡o de asuntos banales!,
porque eso si es fácil de conseguir y lo tengo…
a lo que me refiero es poder tener una conversación
que tenga una carga por sí misma y no sea una acción
que simplemente precede a otra y la disfrutas entrecortadamente,
como con la impaciencia de que empiece el segundo plan del día.
Las prisas, incontinencia de una actividad tras de otra para no dormirnos en esta vida
y estar realizando continuamente cosas diferentes.
Parece que nada tiene importancia en su esencia,
que vamos acelerados por las ganas de aprovechar el tiempo,
todo carrera, todo impaciencia,
nada más que apresuramiento…
es el afán de un no parar que no te deja percatarte del sabor de los momentos
con sustancia, como digo yo. Creo que ya pocos valoran deleitarse con un tiempo pausado, y con esto no quiero decir uno aburrido
en el que los segundos pasan como minutos.
No, me refiero a poder hacer un alto en el camino,
coger aire y entrar en un estado de contemplación: poder mirar qué hay a nuestro alrededor, y notar sí nos agrada.
Y si es así, querer compartirlo con alguien.
Quiero no vivir en una maratón, yendo de un lado a otro mareada,
metiendo en mi cabeza toda la información posible de esas hojas para soltarlo en una prueba a contrarreloj. Pero sobre todo quiero regalar mi tiempo y mis sentimientos
a la gente a la que valoro y sé que puede darme el alimento
que necesita la mente y el corazón.
En definitiva, ¡charlar!, saber qué piensan del mundo cuando ven las noticias o cuando un amigo le deja de lado.
Volar con las palabras de alguien. Conocer bien a esa persona que te provoca fascinación. Desahogarte con confianza. Pasar el tiempo sentado en una confortable conversación…

21 de marzo de 2010

Padre

Mi abuelo recibía diálisis por una máquina a la que debía estar enchufado: tenía la tensión y el colesterol por las nubes pero la salud por los suelos, tanto que tuvieron que amputarle sus dos piernas, pero él seguía comiendo a su antojo y fumando su querida pipa, son elecciones desacertadas de las que te da tiempo a arrepentirte demasiado tarde, por eso la impotencia de ver como mi padre va por el mismo camino me crea una impotencia que me estalla en mis entrañas, y ésta no se la deseo a nadie.
Pero hay que vivir con ello, al igual que con el cargo de conciencia que me entra cuando gasto el dinero que por suerte está ganando mi padre, soportando polvo, heridas, malas contestaciones, atascos, sol y lluvia en las calles de Madrid, alejado de su familia, la que no parece agradecerle nada cuando llega. Mi padre va a trabajar los días de gripe o con alguna lesión; no se puede permitir que lo sustituyan, porque su trabajo pende de un hilo, y puede que cuando llegue ya no le hagan falta.
Me enfado cuando quiero hacer un viaje por mi cuenta o permitirme algún capricho y me ponen mil pegas sin sentido, pero yo sé de sobra por qué lo dicen. Quizás hasta que no lo sufra en mi piel no sepa darle el valor debido al esfuerzo que supone ganar el dinero, pero soy consciente de ello, soy consciente de lo que hacen por mí, y también soy consciente de lo dura que es la vida y de lo mucho que hay que disimular, intentando llevar la misma vida que los que tienen a sus dos padres en casa, sin broncas exageradas y salen deslizándose de fin de mes.
Sin embargo, tengo mucho y, sin duda, todas las necesidades cubiertas (no sería así si no fuera por ellos, soy una ocupa dependiente) pero a veces me falta algo, no sé, un huequecito de amor que no pueden rellenar mis amigos o mi pareja, o estabilidad en las emociones fuertes que me suelen ahogar… de nuevo la impotencia… o incluso la rabia en otros casos.

Hace dos día fue el día del padre, lo que me hizo pensar más en lo que es ser padre. Yo no lo veo mucho (de todas formas estoy acostumbrada desde pequeña e incluso a veces prefiero que sea así para no crear más tensiones), pero si no lo veo es porque está cuidándome lejos de aquí dejándose la piel para que, al menos nosotros, sí vivamos bien.

Estudiar es la mejor opción que tengo a mi mano para poder ser en unos años autosuficiente, además no me disgusta la carrera en la que estoy. Ya me queda poco…

16 de marzo de 2010

Prefacio de El Alquimista

Durante once años de mi vida estudié Alquimia. La simple idea de transformar metales en oro o de descubrir el Elixir de la Larga Vida ya era suficientemente fascinante como para atraer a cualquiera que se iniciara en Magia. Confieso que el Elixir de la Larga Vida me seducía más, pues antes de entender y sentir la presencia de Dios, el pensamiento de que todo se acabaría un día me desesperaba. De manera que, al enterarme de la posibilidad de conseguir un líquido capaz de
prolongar muchos años mi existencia, resolví dedicarme en cuerpo y
alma a su fabricación.
A pesar de toda mi dedicación, los resultados eran absolutamente nulos. Pasé los siguientes seis años de mi vida en una actitud bastante escéptica en relación a todo lo que tuviese que ver con el área mística.
En este exilio espiritual aprendí muchas cosas importantes: que sólo aceptamos una verdad cuando previamente la negamos desde el fondo del alma; que no debemos huir de nuestro propio destino, y que la mano de Dios es infinitamente generosa, a pesar de Su rigor.
Conocí a RAM, mi Maestro, que me reconduciría al camino que estaba trazado para mí. Y mientras él me entrenaba en sus enseñanzas, volví a estudiar Alquimia por cuenta propia. Cierta noche, mientras conversábamos después de una extenuante sesión de telepatía, pregunté por qué el lenguaje de los alquimistas era tan vago
y complicado.
-Existen tres tipos de alquimistas -dijo mi Maestro-. Aquellos que son imprecisos porque no saben de lo que están hablando; aquellos que lo son porque saben de lo que están hablando, pero también saben que el lenguaje de la Alquimia es un lenguaje dirigido al corazón y no a la razón.
-¿Y cuál es el tercer tipo? pregunté.
-Aquellos que jamás oyeron hablar de Alquimia pero que consiguieron, a través de sus vidas, descubrir la Piedra Filosofal.

Y de este modo, mi Maestro (que pertenecía al segundo tipo) decidió darme clases de Alquimia. Descubrí entonces que el lenguaje simbólico que tanto me irritaba y desorientaba era la única manera de alcanzar el Alma del Mundo, o lo que Jung llamó el «inconsciente colectivo». Descubrí la Leyenda Personal y las Señales de Dios, verdades que mi raciocinio intelectual se negaba a aceptar a causa de
su simplicidad. Descubrí que alcanzar la Gran Obra no es tarea de unos pocos, sino de todos los seres humanos de la faz de la Tierra. Es evidente que la Gran Obra no siempre viene bajo la forma de un huevo o de un frasco con líquido, pero todos nosotros podemos -sin lugar a dudas- sumergirnos en el Alma del Mundo.

13 de marzo de 2010

Dos desconocidos que se conocen muy bien

Fuimos a una fiesta tan invitados como el de Abba
que cantaba que mucha Coca-cola y chicas guapas;
pero no buscábamos nada sino intercambiar palabras,
tan solo encontrarnos y a ver qué pasaba…
Nos cruzamos entre notas y un par de cubatas:
tú no supiste decir las palabras que buscaba
y el silencio fueron mis palabras más acertadas
Palabras, palabras… tan solo ellas sobraban.

Empezamos a cruzarnos sin aire entre medias,
bailando y a la vez cambiándonos de parejas
nos miramos y conectamos sin darnos cuenta;
así el tiempo y la gente se nos fue de la cabeza.
Yo ya no estaba segura de quien eras
y tú sabías que yo no era una cualquiera…
mas una vez resolviste mi rompecabezas
porque tú eres la pieza que al fin me completa.









¿Eres tú o me lo imaginé?, grito llámame
Mas hay un ya nos veremos entre tú y yo
Lo decidí, rasgo el temor a lanzarme
al abismo que nos separa sutilmente a las dos.

No tengo ninguna mala intención
pero dejaré mi soberana educación
soltando mi melena al libre viento
y que él me susurre la dirección.

Estoy aburrida de mi propio aburrimiento,
de encerrarme en mi propio pensamiento
No tengo dudas de que este es mi momento

Ya estoy aquí, sabes que un día volvería
Espero que no me hayas echado de menos
Ya nunca me alejaré de ti, querida rebeldía.
Ahora tú decides, donde tú digas, iremos …



Recordatorio
[Miguel Delibes... siempre serás inmortal, porque solo basta con que leamos una de tus obras y estaremos conociendo el cachito de tí que dejaste en esta vida. Buen trabajo.]

9 de marzo de 2010

Añora

Me acuerdo de mi pueblo y cuando salía al patio a cenar. Yo siempre les pedía que me dejaran cenar allí sola para poder ver la inmensidad de estrellas en la noche, ya que prefería ese panorama a ver la televisión. Y me dejaban porque aun era pequeña, y porque las abuelas son más consentidoras. Aun recuerdo esa sensación, algo así como tranquilidad, ensoñación, paz y alegría, sobre todo el sonido del pueblo, que era igual que el silencio de la ciudad, porque no oía coches, ordenadores ni las voces de la misma gente que siempre, sino viejecitas pasando al otro lado del muro, grillos y la voz de mi bisabuelo. Yo les contaba historias a las millones de estrellas que me miraban, porque entonces yo tenía una imaginación rebosante. Recuerdo que hablaba con ellas en silencio, y cuando terminaba de cenar me reclinaba en una hamaca que había en el patio de atrás y miraba para arriba, tranquila, esperando a que me llamaran para ir a la feria. Cuando lo hacían, me ponía normalmente uno de los vestidos que me hacía mi abuela y una diadema, vestimenta no muy adecuada para lo que iba a hacer después, montarme en los “caharritos”. Después de tal diversión, la familia se sentaba en una de esas terrazas a los lados de las barras itinerantes que montaban en la placita que había al lado de la plaza de toros y en la que ponían un escenario. Yo me tiraba toda la noche bailando sola las típicas canciones de feria de pueblo bajo los colgantes farolillos de papel que me aludían a celebración. A la vuelta, me paraba en todos los puestecillos ambulantes, ya que yo era muy coqueta y al final siempre terminaba comprándome algo, además de alguna bolsita de chuches o turrón.
Al día siguiente iba a visitar primero a las vecinas, para ello había que adentrarse bastante en las casas cruzando patios llenos de plantas, y me piropeaban. Después me iba a visitar a Mateo, un amigo un poco mayor que yo pero con alguna malformidad, con el que jugaba al Magia Borrás. A la hora de comer nos sentábamos en una larga mesa con mantel de papel y comida comprada en Pozoblanco o del la misma matanza; de postre melón o sandía.
Al atardecer me iba a la huerta de los tios de mis abuelos andando por la carretera, haciendo escala en la nave lechera de otra tía. La huerta me encantaba: primero había que esquivar a los carneros para pasar y lo primero con lo que me topaba era con las siembras de fresas, tomates… que a veces comía directamente y sabían más a fruta que las que venden en los mercados. En frente estaba la casona y más adelante la profunda alberca: era enorme y servía para lavar las sandías y pepinos pero cuando tenía ocasión me bañaba en ella.
Tras ella se encontraban las calabazas en las que grababa mi nombre con un punzón y a la izquierda los cobertizos: los cochinitos se escondían cuando pasaba, echaba cáscaras para las gallinas desperdigadas con cuidado de que el gallo no volviera a picarme el culo como una vez, y les pasaba ramillejos entre las jaulas de los conejos, menos a uno, que era mío, blanco con los ojos rojos. Me sentía útil ayudando, y bastante libre. Pero como mucho pasábamos allí tres días y, desde que se murió mi bisabuelo mi madre nos dice que no merece la pena ir y “pasar penas”, que no hay de nada porque es un pueblucho… sí, es un pueblucho en el que solo hay casas y animales, pero a mí me gustaba ir… añoro Añora.

8 de marzo de 2010

Nieve negra

Quejas, quejas y quejas, un sin fin de lamentaciones y pies helados.
Hoy ha vuelto a nevar. No podría haber pasado nada peor... todo se tiñe.

A la hora de la comida encendemos el televisión y la miramos como zombis; en ella retransmiten imágenes preciadas para nosotros, paisajes de ensueño que en nuestro país nunca se formarán. Vemos numerosas imágenes de blancos parques, tejados como el lomo de un armillo y niños arrojándose bolas de esa sustancia tan bonita... sin embargo escuchamos cuando entrevistan a tan dichosas personas y rabia corre por nuestras venas. ¿que están hartos? ¿que es una desgracia? ¿que odian la nieve blanca?

Apago la televisión y miro por la ventana. Apenas se se nada a causa de los churretes que descienden lentamente como si un bidón de fuel se hubiera vertido sobre nuestro tejado.
No hay nadie en las calles, ¿quién iba a querer si todos la evitamos? Estos días son horribles, anímicos.
Y si hay que salir nos vestimos de negro enteros, pero no podemos evitar que nuestra pálida piel se ennegrezca por la maldición. A los niños les produce miedo y van llorando a sus madres cuando les disgusta más haberse cubierto de nieve negra que el dolor de la caída.

Aun no entiendo como en otros países no admiran sus copitos, y de ellos el panorama que les presentan. Yo sí sería agradecida si aquí fuera blanca y no... nieve negra.

Aunque la nieve por su naturaleza sea fría y resbaladiza, y en abundancia bastante molesta, está visto que todo podría ser peor, por eso me siento feliz cuando, desde un origen que no puede ver, cae bailando y pintando de blanco mi corazón.

1 de marzo de 2010

Aprendí y decidí

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar…
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos,
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar,
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui,
Me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento,
“el amor es una filosofía de vida”.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas………
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar………
ahora simplemente duermo para soñar.

Walt Disney

21 de febrero de 2010

Al ritmo de una velada en París

Me vuelvo a despertar a su lado, su pecho contra mi espalda, encajada su silueta con la mía, como si de fichas de Tetris se tratara. Anoche quise pasarla otra vez con él, porque entre otras cosas, me suele dar el desenlace feliz que no tengo, y ayer fue un día de planteamiento y nudo funestos. Pero nuestro cuento debe terminar al amanecer, cuando recojo mi ropa y me marcho de su habitación sin despertarlo, para que no le entristezca mi marcha, o para que no me entretenga enzarzándome entre sus brazos.
Un par de velas aun están agotando los últimos minutos de vida de sus mechas y la cadena sigue girando el disco que puse en pause cuando la palabra “ven” la pronunció tan preocupada y delicadamente como otras noches de infierno.
Miro durante unos instantes su torso desnudo embriagado con mi olor y sus párpados cerrados abrigando los dulces ojos que ayer vieron derramar amargas lágrimas de los míos. Pero su mirada no me corresponde, solo es un capricho que no me debo permitir; su mirada no puede verme por las mañanas, asique antes de abandonar la habitación, le doy al Play para que se despierte con la misma canción que anoche sonaba, “Al ritmo de una velada en París”, esa que nunca tendré, y cierro la puerta tras de mí.

19 de febrero de 2010

Arlequín

Le encantaba ir a clase, le encantaba el olor de los libros y el soniquete de la profesora, le encantaba estudiar… no, no le encantaba, ¡detestaba todas esas cosas!
Detestaba que le sacaran al estrado, detestaba madrugar, detestaba llegar tarde a comer y también detestaba sus compañeros. No podía aguantar la rapidez con la que alzaban las manos delante suya… odiaba esa competitividad por ser el más sabiondo. Un pésimo alumno, ese era él.
No era de extrañar; aunque él no sacaba notas por encima del aprobado era muy listo. Más listo que el niño mascota de la profesora: él sabía que la “seño” le ignoraba, sabía que sus compañeros le insultaban cuando ejecutaban la formación del “corrillo” entre clase y clase, y sabía que sus abuelos estaban decepcionados por sus resultados.
Él vivía con sus abuelos, huérfano de padres, hermanos y felicidad, sus abuelos llegaban a considerar que había nacido algo deficiente. Quizás se le cayó a la matrona. A pesar de todo, no iban a gastar sus ahorros para ayudar al niño de su hija, la que había sido siempre la oveja negra de entre sus ocho hermanas. Sus abuelos pensaron que la escasez de coeficiente sería hereditaria, aunque también barajaron la idea de que un embarazo en tan edad temprana como la que tuvo su maldita hija fuera el causante. También era de esperar, siendo hijo de un perdido de la vida, a lo sumo trabajador.
Definitivamente, para sus abuelos él no era ninguna bendición del cielo, y eso él lo sabía. Las niñas, en cambio, lo evitaban. Ellas le dieron el apodo de Arlequín, porque decían que siempre iba desigual en la vestimenta. Un total desaliñado. Y es que cuando se sentaba en su silla las niñas miraban por debajo de los pupitres para cuchichear a costa de sus calcetines, cada uno de un color, debido a que los pantalones le quedaban “pesqueros”. También le llamaban así porque decían que era lo contrario a los demás niños. Los niños siempre están riendo, haciendo bromas y gamberradas, y él, en cambio, se mantenía al margen, con la cabeza cabizbaja y la cara neutral, mas con el semblante triste. A Arlequín le gustaba más pensar que los demás eran unos “payasos”, así que no le disgustaba del todo ser considerado lo opuesto.
Arlequín sabía todo esto.
Pero él seguía asistiendo a clase. Seguía almorzando con sus abuelos. Arlequín seguía hablando con sus padres por la noche, mirando las estrellas. Ellos eran los únicos que seguían comprendiendo a Arlequín. Y Arlequín lo sabía; donde quiera que ellos estuvieran, le querían… Arlequín lo sabía todo, porque era el más listo.

17 de febrero de 2010

¿Qué importa mi opinión?



Sí, solo escribo tonterías :)

15 de febrero de 2010

Fantasmas de la imaginación dormida


ROMEO.- Tuve anoche un sueño.
MERCUTIO.- Y yo otro esta noche.
ROMEO.- ¿Y a qué se reduce tu sueño?
MERCUTIO.- Comprendí la diferencia que hay del sueño a la realidad.
ROMEO.- En la cama fácilmente se sueña.
MERCUTIO.- Sin duda te ha visitado la reina Mab, nodriza de las hadas.
Es tan pequeña como el ágata que brilla en el anillo de un regidor.
Su carroza va arrastrada por caballos leves como átomos, y sus radios son patas de tarántula, las correas son de gusano de seda, los frenos de rayos de luna:
huesos de grillo e hilo de araña forman el látigo;
y un mosquito de oscura librea, dos veces más pequeño que el insecto que la aguja sutil extrae del dedo de ociosa dama, guía el espléndido equipaje.
Una cáscara de avellana forma el coche elaborado por la ardilla, eterna carpintera de las hadas.
En ese carro discurre de noche y día por cabezas enamoradas, y les hace concebir vanos deseos, y anda por las cabezas de los cortesanos, y les inspira vanas cortesías.
Corre por los dedos de los abogados, y sueñan con procesos.
Recorre los labios de las damas, y sueñan con besos.
Anda por las narices de los pretendientes, y sueñan que han alcanzado un empleo. Azota con la punta de un rabo de puerco las orejas del cura, produciendo en ellas sabroso cosquilleo, indicio cierto de beneficio o canonjía cercana.
Se adhiere al cuello del soldado y le hace soñar que vence y triunfa de sus enemigos y los degüella con su truculento acero toledano, hasta que oyendo los sones del cercano tambor, se despierta sobresaltado, reza un padre nuestro, y vuelve a dormirse.
La reina Mab es quien enreda de noche las crines de los caballos, y enmaraña el pelo de los duendes, e infecta el lecho de la cándida virgen, y despierta en ella por primera vez impuros pensamientos.
ROMEO.- Basta, Mercutio. No prosigas en esa charla impertinente.
MERCUTIO.- De sueños voy hablando, fantasmas de la imaginación dormida,
que en su vuelo excede la ligereza de los aires, y es más mudable que el viento.

(Fragmento de Romeo y Julieta)

12 de febrero de 2010

La leyenda

Cuenta una leyenda de los indios Sioux que, cierta vez, Toro Bravo y Nube Azul llegaron tomados de la mano a la tienda del viejo hechicero de la tribu y le pidieron:

- Nosotros nos amamos y vamos a casarnos. Pero nos amamos tanto que queremos un consejo que nos garantice estar para siempre juntos, que nos asegure estar uno al lado del otro hasta la muerte. ¿Hay algo que podamos hacer?

Y el viejo, emocionado al verlos tan jóvenes, tan apasionados y tan ansiosos por una palabra, les dijo:

- Haced lo que pueda ser hecho, aunque sean tareas muy difíciles. Tú, Nube Azul, debes escalar el monte al norte de la aldea solo con una red, cazar el halcón más fuerte y traerlo aquí, con vida, hasta el tercer día después de la luna llena. Y tú, Toro Bravo, debes escalar la montaña del trueno; allá encima encontrarás a las mas brava de todas las águilas. Solamente con una red deberás atraparla y traerla para mí, viva!

Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron para cumplir con la misión.

El viejo las sacó de las bolsas y constató que eran verdaderamente hermosos ejemplares de los animales que él les había pedido.

-Y ahora, ¿qué debemos hacer? Los jóvenes le preguntaron.

-Tomen las aves y amárrenlas una a otra por las patas con esas cintas de cuero. Cuando estén amarradas, suéltenlas para que vuelen, libres.

Ellos hicieron lo que les fue ordenado y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron volar, pero apenas consiguieron dar pequeños saltos por el terreno.

Minutos después, irritadas por la imposibilidad de volar, las aves comenzaron a agredirse una a otra, picándose hasta lastimarse.

Entonces, el viejo dijo:

- Jamás se olviden lo que están viendo. Y este es mi consejo: Ustedes son como el águila y el halcón. Si estuvieran amarrados uno al otro, aunque fuera por amor, no sólo vivirán arrastrándose sino también, tarde o temprano, comenzarán a lastimarse el uno al otro.

Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos, pero jamás amarrados.

5 de febrero de 2010

2 de febrero de 2010

Los de arriba

Otro día más. Ya me duelen los cuchicheos de las demás sombras y quiero cerrar las voces que taladran mi cabeza, porque duelen.
A cada paso voy encontrándome con sombras caminando de dos en dos, como yo.
Pero cada una habla de sus cosas. Y es que las sombras contamos la verdad que las personas a las que seguimos no hacen. Ocurre que cuando esas personas se paran a charlar nosotras nos oímos, pero yo ya estoy cansada de tanta falsedad y lamentaciones.
Ayer me pararon con dos sombras amigas mías, y caminamos las dos pares juntas. Hemos pasado mucho tiempo entremezcladas, y hace poco les oí que eran felices, cuando aun yo no iba acompañada. Me alegré mucho. Pero ayer les volví a escuchar, y una de ella no calló su tono… uno triste. Pude oír lo que no había sospechado antes, como no la había visto hasta ese momento, y esas palabras de impotencia mellaron mi cabeza.
Las personas a las que seguíamos continuaban rellenando su despreocupada conversación con temas mundanos, pero en nosotras era otro cantar.
Y entonces miré hacia arriba, percatándome de un gesto tan meramente cotidiano que escapaba a algunos y afligía a otros; mis amigas no podían mezclarse… y me miré a mí, una sombra unida a la otra, ¿Por qué las personas de ahí arriba vivían de ese modo? ¿por qué no dejaban expresarse como nosotras? Las personas solo emitían palabras y nosotras sentimientos, los verdaderos sin duda, entonces, ¿por qué les obligaban a fingir? Esa sombra no se merecía estar hablando de cárceles invisibles… ella me contó que venían de arriba, de esos que soltaban por la boca palabras de tolerancia poco sentidas pero eran dueños de sombras que escupían odio o incomprensión.
¡Qué mundo, el que ayer me provocó angustia emocional! y nosotras sufrimos las consecuencias, solo somos sombras deseosas de ser libres, y algunas pueden hacer poca cosa, porque las personas a las que siguen les han robado la valentía.
Nos separamos y seguimos de dos en dos, así pude prestar atención a más voces: realmente me sentí frustrada porque además de las voces de amor escuché unas consumidas por los celos o ahogadas por las dudas, unas hablaban de lo interesadas que eran y que a la primera de cambio traicionarían a su compañera, otras de lo aburridas que estaban unidas, otras de la ilusión ilusa de sensaciones nuevas e incluso otras con el mismo sentimiento de insuficiencia que mis amigas.
Quise bloquear mi cabeza y pero los pensamientos ya estaban taladrándola. Dolían.
Ayer me di cuenta de que eso no podía seguir así.

24 de enero de 2010

Fábricas de deseos dañinos

La felicidad no es algo que merezcamos. Cuando la vida va bien es un regalo inesperado. No puede durar siempre. (Memorias de una Geisha)

Pese a su toque de arraigado pesimismo, esta cita es muy cierta en situaciones concretas. Porque este arlequín puede estar tan tranquilo, sin desear nada malo para nadie ni con esta intención, sino totalmente volcado en su vida, y sobre ella caerle problemas innecesarios.
Normalmente los problemas son causados por algo, como una indeseable catástrofe natural, o por alguien, como una intrusión desafortunada y malintencionada en la vida de otros.
Este arlequín no es capaz de comprender dónde se crean los deseos dañinos… no pueden existir lugares tan horribles en los que sufran procesos premeditados de elaboración. Lo peor de todo es que sabe que donde el dolor se embotella en deseos para ser mandados es en la mente humana, lista para repartirlos tan selectamente que resulta macabro.
Y a veces terminas siendo el centro de la diana, tú que no concibes explicación de por qué alguien iba a querer envenenar tu tranquilidad.
Siempre he dicho que es mejor recibir daños que no mereces que ser la causa, pero en la práctica tus creencias se desencajan al saber que la causa no es radicada; ¡es intocable! y a modo de escudo, se esconde tras la seguridad de serlo.

En este caso la causa son menores con diecisiete años, cobardes si fueran dieciocho, que estropean su porvenir cometiendo delitos según la ley. Lo más gracioso de todo es que la misma ley los considera, como diría yo, delitos alienados, ya que son inexpugnables, o simplemente lo suficientemente alejados de las barreras de la verdadera justicia.

Como arlequín reivindicador silencioso y amante del equilibrio de los órdenes de la vida, no me ha dolido este disparo, no me ha indignado que no se pueda curar, pero si me ha hecho, una vez más, reflexionar sobre la falta de humanidad.
Podrían no manchar sus vidas con estos actos que lo único que consiguen es corromperse a sí mismos, sin embargo ni mi venganza les va a servir de enmienda, por eso siempre habrá desequilibrios… habrá problemas sin solución siempre que sigan existiendo fábricas de deseos dañinos.

22 de enero de 2010

Hombres de navajas, cuidaros las espaldas.

He salido con retraso de casa, y he pensado en que la vergüenza de entrar en mitad de la clase no compensaba el echarme una carrera y coger frio en la garganta, asi que decidiendo alternativas para esa hora he pasado por suerte o destino por un callejón.

Debo reconocer que al dar el primer paso por esa acera envenenada de botellas rotas me he arrepentido profundamente de haberme dirigido para allá, aunque solo fueran unos metros hasta salir otra vez a una colle iluminada.
Era como si las alcantarillas se hubieran tragado toda la luz ¡ni una sola farola encendida!
Los temblores que me empezaron no creo que fueran de frío, pero los vagabundos que yacían ebrios o por lo menos sin fuerzas para poder levantarse, olían a alcohol barato y a miedo. Miedo de mí, una extraña de ese mundo de miseria y perdición, con mi cabello cuidado, mi gran abrigo y mis botas de piel. Desafiando todo lo que ellos eran, su forma de "sobre"vivir.
Iba pasando a zancadas sobre cristales mohosos, zapatos sin sus pares, jeringuillas usadas y colillas consumidas al máximo, reflejo de personas sin comida alimentadas de pobreza, casas que se degradan como lo van haciendo los que tienen suerte de ocuparlas... terminé de pasar por la calle Desolación, y tan solo a unos metros otra calle, iluminada, con macetas en los balcones y gente hablando con móviles de última generación pasando por ella. Tan cerca. Tan distinta. Tan indiferente...
Pasé miedo, y tristeza alfin, pero los desafientes ojos que me siguieron no me engañaban, estaban iunundados de miedo, delantando lo vulnerables que se encontraban, incluso de los que ellos llamaban hermanos.

Me dirijo otra vez a la Escuela de Idiomas.

15 de enero de 2010

Enterrada en un desierto, hoy cajoncito de arena.

Sigo buscándola. Miro en grandes almacenes donde hay tantísimas pero no la que busco, recorro calles asfaltadas, adoquinadas y descampadas, subo a las alcobas de los más altos edificios, desordeno cajones y desnudo armarios. Me cuelo en fábricas, talleres y escuelas…y nada. Buceo en piscinas y lagos, me pierdo entre matorrales y raquíticos árboles, hasta sondeo litorales… no puede haber llegado tan lejos. Pruebo en casetas de feria y casas de terror, escalo colinas e incluso tiento en la garganta de Río Mundo… en algún lugar debe de estar. Molinos, estaciones, cabinas telefónicas, jardines de la calle Girasol… me rindo. Desanimada más que agotada me dirijo al parque a reflexionar y me dejo caer en un banco de piedra fría; recuerdo que allí se sentaban mi padre o mi madre sin hacer nada, esperando a que me cansara de jugar. La sorpresa por la llegada de tal atisbo de ideas válidas a mi mente gracias a este recuerdo me hace abrir los ojos al máximo y reanimar las ganas de proseguir con la casi inútil búsqueda. Entonces empiezo a mirar en el interior de los toboganes, por debajo de los columpios y en las pistas. Presiento que estoy cerca, esta intuición es tan viva que con un poco más deseo podría incluso hacer un milagro. Pero al final termino plantada en el sitio, con mis extremidades separadas del cuerpo sin saber hacia dónde dirigirse, hasta que mi mirada apunta a una niña de rosados mofletes y cabellera dorada que está de rodillas en el cajón de arena haciendo una montaña o puede que un pastel… me recuerda tanto a mí años atrás. Soy yo, es tan solo un espejismo del pasado. Miro atentamente; ella está tan feliz, sola y entretenida con las ramitas, compactando la arena y tapando la última esquina de lo que está enterrando… Tras este recuerdo que solo ha durado un segundo, enfoco la mirada y allí sigue el montículo. La desentierro y le soplo el polvo. Regreso exhausta a mi casa con la caja bajo el brazo. La he encontrado y me he propuesto no volverla a perder. Es mi caja, donde me metía para soñar, donde podía ser lo que quisiera y donde ahora puedo volver a ser pequeña, a redescubrir quien soy. Rota por el olvido y polvorienta por los años dejados atrás hoy vuelve a ser mi caja de cartón.

14 de enero de 2010

LLover sobre mojado


Me he vuelto a poner delante del espejo, como suelo hacer previamente a una exposición oral o cuando ensayo contestaciones simulando una situación comprometida que intuyo que pasará. Me he sentido estúpida haciéndolo y he terminando tapándome la cara con las manos, esta vez me he preparado lo que voy a decirle, no sé si por aumentar mi seguridad o por corregir mis palabras por las adecuadas, es decir, de un tono que pueda quitar relevancia al asunto. Sin embargo, sé que cuando esté delante suya no diré lo que había pensado sino las que salgan disparadas por la boca, o entrecortadas, esta vez no lo sé. Lo importante es decírselo, y decirle la verdad, porque tengo que hacerlo… ¿Cuál será el resultado? La tarde se me presenta borrosa y no sé cómo se me dará la noche, si todo habrá cambiado, y es que últimamente me ocurren las cosas tan de repente que por las mañana tengo que hacer recuento de los cambios. ¿Cómo se lo tomará? La cuestión es muy simple, tampoco es difícil de comprender… pero rompe tales expectativas que será complicado de contar y de asimilar por la otra parte. Reconozco que sentará como una patada en el estómago, puede ser, ¿Qué hace el resto de los mortales cuando no puede hacer nada para que sea distinto pero por el contrario solo depende de sí mismo? Me gustaría saberlo. Supongo que le ofreceré la alternativa más fácil para él… pero la más dolorosa para mí, es lo más legal que puedo hacer, se lo merece. Solo tengo una cosa clara, no quiero hacer daño, no quiero que me lo hagan, seguiré con mis ideas pilotando el timón y que sea lo que tenga que ser.
Ha llegado la hora, me pongo el cosquilleo en el vientre y me dispongo a salir por la puerta.