2 de junio de 2010

Destinado a malograrse

Como un Big Bang en mi pecho explotan todos los sentimientos que han sido alimentados, expandiéndose la decepción por cuerpo y alma. Ganas de golpear una guitarra contra el suelo mientras escucho una de esas canciones de histeria, de estampar relojes, de hacer jirones la ropa, de arañar cristales, y lo que más, de vomitarles a la cara todas esas palabras de resentimiento a todas esas personas que lo alimentaron durante todo este tiempo. Porque nadie se quema de rabia por combustión espontánea, sino que traga paciencia y se atraganta por la cohibición. Al final sale todo desde el comienzo. La impotencia se transforma en rencor y éste en envenenamiento, el cual es barroco en las paredes de mi corazón. Me arranco la elocuencia si pienso en el primer factor. Prisión. No tengo nada que decir que no resulte vano, el derecho a guardar silencio se convierte en una desesperante obligación, así la prudencia me cose los labios por miedo a ser desterrada al igual que al acusado. Muerte de la defensa. ¿Qué pasaría si pronuncio la justicia? Que mordería la mano de quien me da de comer, nunca mejor dicho. Por lo tanto, mi silencio es mi prisión y mientras lleve buen comportamiento, el verdugo no hará correr la sangre que también corre por sus venas.
El segundo factor. Asco. Repugnancia hacia las ofertas de tres por uno: indirectas, sinvergonzonería y orgullo. Pacto que rompió, neutralidad que perdió. No comprendió que la indiferencia, aunque fuera peor cura que la enfermedad, era necesaria y única solución, y desde entonces eligió la traición, la cual le costó barata gracias a dicha oferta. Como es común, muchos se olvidan de leer la letra pequeña y ser cliente habitual tiene su precio, el cual más caro por momentos, hasta llegar a que lo bueno que vivimos se arruine y nos consuma por completo.

Tercer factor. Hipocresía. Tantos carroñeros que desgarran tu dignidad aun en vida pero cuando no puedes hacer nada por evitarlo, que se alimentan solo si fracasas y que con un manojos de sonrisas afiladas y un “no te vayas” te apuñalan las espaldas. Pretenden entreabrir la caja de Pandora sin ser descubierto pero ay si les adviertes ¡se echarán sobre el encarado! Sin duda sé que estas personas no merecen ser protagonistas de frustración pero en mí en parte han vencido cuando al menos consiguen aparecer en mi lista de venenos. Una vez hayan entrado en el círculo vicioso de la falsedad, se morderán su propia cola.
Cuarto factor. Decepción. Podré tener esta voz de niña pero no nací ayer y tras este cabello rubio no tengo un pelo de tonta, a pesar de que algunos ni lo sospechen. El desconsuelo que me produce la escasez de transparencia y el declive de nuestra relación entre las personas que considero genuinas no se puede expresar con palabras, al menos yo no puedo, ya que considero menos dañino el odio de un enemigo que el desvanecimiento del amor de un amigo (no hace daño quien quiere sino quien puede, ¿no? pues eso). En este caso no sé qué pesimista acción me apetece porque me resulta demasiado arrebatador que lo que yo aseguraba tan verdadero, tan indestructible y tan único solo fuera un afán de conseguir un fin tan morboso como erróneo. ¿Para eso tanta dedicación, para echarlo por la borda tras un no? otro que no se percata de que construimos algo grande y fuerte, pocas veces conseguido… por eso fue una locura demolerlo con intenciones contrarias al descubrir que no sirve para tal egoísta propósito; que yo sepa un puente no se diseña para lograr pasar de un lado a otro sin explorar, sino para transitar con facilidad día a día de un lado a otro conocido. Todo fue un artificie, un engaño que se descubrió cuando el interés (en mi) despareció y fue a la aventura para crear otro sin demora. Quizás lo sabía desde el principio, pero no quise desengañarme del todo hasta que elaboró otro interés, desgraciadamente en una persona que adoro hasta el día de hoy a pesar de las distancia, repitiéndose el cuento tras un no, afectando ahora a ambas incrédulas. Si al hablarlo entre las dos solo concluimos degradación, no me negareis mi decepción.

¿Qué sentimientos han salido de mi interior? Reflexionando lo veo inevitable si he digerido esto en tan solo un corto y desgraciado fin de semana, sumándole que he echado en falta a mis almas gemelas, aun a pesar de que hace poco nos desviamos algo de la perfección sin quererlo. Únicamente un sabio consejo puede tranquilizarme, sin embargo ni eso conseguirá arreglar lo que está destinado a malograrse…

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