Ahora me doy cuenta de lo mal que sabemos aprovechar su esencia y de las ideologías de hojalata que encierran nuestra mente; si seguimos así estaremos relegados a ser chatarra de ese mundo que apenas conocemos.
Nos da miedo sentir, por eso no indagamos en emociones que nunca hemos explorado por temor a no encontrarnos o no saber reaccionar, incluso porque nos pueda gustar… entonces querremos ver qué pasa si nos adentramos un poco más, mas no poder frenarlo sería un error para nuestro roll robotizado.
Pero ahora pienso y creo que el hecho de que se puedan romper nuestros esquemas no es malo sino todo lo contario, emocionante tal vez. Si eso pasa significaría que he sobrepasado los límites que hubiera puesto inintencionadamente a mi mente, y el haber sentido algo insospechado, distinto o puede que contradictorio, sería un gran descubrimiento. Habré traspasado uno de los muchos dinteles que nos llevan al conocimiento del mundo.
Repito que no sabemos casi nada de él, a pesar de estar convencidos de controlarlo, y estamos aún más lejos de conocernos a nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestras capacidades, nuestros deseos más ocultos, nuestras limitaciones o incluso nuestros sueños. Esto de hablar de sueños no es asunto fácil de tratar, o como se diría, no es moco de pavo.
Estoy viendo una película que no creo que pasara a la gran pantalla, ya que está catalogada como erótica (que no porno) solo porque refleja una visión poco común del tratamiento de los sentimientos, haciéndote pensar, puede que desgraciadamente, que tú eres demasiado simple en comparación. Dicha película va sobre películas, y las películas las crean soñadores, a los cuales no les vincula el dicho “quien vive de sueños, muere de realidades” ya que estos soñadores hablan de la realidad, o mejor dicho, de las realidades en las que estamos envueltos porque no hay solo una a mi parecer, sino multitud en función de cómo y en qué medida experimentes la vida… de cómo percibas y cambies el mundo.

Pero estos solo son una parte. Hay más soñadores porque hubo huelguistas, primero universitarios y después trabajadores, en los años de la opresión, pacifistas entregados en época de guerra, escritores rebeldes indispuestos a dejar de pensar… tanto unos como otros: soñadores que no mueren de realidades.
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