29 de junio de 2010

Los truenos de su tormenta

Como un golpe seco asestado al corazón,
más fuerte que el que luego él propinó,
que no le nubló la vista pero sí la razón
todo respeto e incluso amor le arrebató.
No fue un jarro de agua fría sino ardiendo
el que le cayó cuando traspasó el umbral
no pudo evitar hacia ellos salir corriendo
entonces nadie ni nada le podía parar.
Hizo lo que nunca deseó llegar a hacer
porque va en contra de toda ley y moral
pero la rabia no hacía nada más que crecer.
Cosas horribles se le pasaron por la cabeza
En vez de eso puso sus amenazas por delante
para acabar con todo y tanto sinvergüenza
agarrándola de la muñeca y echarles.
Esa escena no la deseaba ni la merecía
acabando apoyado sobre la pared vigilante
y con ojos que casi de asesino parecían
por el fuerte dolor que logró envenenarle.
Las injusticias de las que siempre le advertía
eran del mismo que sin ninguna explicación
desde hace tiempo indefinido las cometía
¡a quien no debía le falto consideración!
No entendió como pudo arruinar el amor
que fue promesa eterna y sin engaños
perdiendo su dignidad por un ajeno calor
que esa noche borró tantos dulces años.
Sin embargo debe guardarlo en secreto
sufriendo por quienes quiere y lo vieron
ya que tales oscuros y tristes sucesos
de sus heridas alma y memoria huyeron.
Aunque hay una persona en su vida
que sí oye los truenos de su tormenta
y estará para darle cura a la herida
que en silencio sangra y se lamenta.

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