Quejas, quejas y quejas, un sin fin de lamentaciones y pies helados.
Hoy ha vuelto a nevar. No podría haber pasado nada peor... todo se tiñe.
A la hora de la comida encendemos el televisión y la miramos como zombis; en ella retransmiten imágenes preciadas para nosotros, paisajes de ensueño que en nuestro país nunca se formarán. Vemos numerosas imágenes de blancos parques, tejados como el lomo de un armillo y niños arrojándose bolas de esa sustancia tan bonita... sin embargo escuchamos cuando entrevistan a tan dichosas personas y rabia corre por nuestras venas. ¿que están hartos? ¿que es una desgracia? ¿que odian la nieve blanca?
Apago la televisión y miro por la ventana. Apenas se se nada a causa de los churretes que descienden lentamente como si un bidón de fuel se hubiera vertido sobre nuestro tejado.
No hay nadie en las calles, ¿quién iba a querer si todos la evitamos? Estos días son horribles, anímicos.Y si hay que salir nos vestimos de negro enteros, pero no podemos evitar que nuestra pálida piel se ennegrezca por la maldición. A los niños les produce miedo y van llorando a sus madres cuando les disgusta más haberse cubierto de nieve negra que el dolor de la caída.
Aun no entiendo como en otros países no admiran sus copitos, y de ellos el panorama que les presentan. Yo sí sería agradecida si aquí fuera blanca y no... nieve negra.
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