1 de diciembre de 2009

"Lo que realmente quería era una rosa"

Este comentario me hizo pensar; ...asique fui en busca de la fuente y he decidido poner un fragmento muy significativo. La verdad es que es un libro muy profundo, de esos que cada vez que es leido es interpretado de diferentes maneras y del que se puede sacar mucho jugo. Una gran consejera me dijo hace años que me lo leyera al menos dos veces en mi vida: una en el momento en que me lo puso en mis manos de niña y otra cuando ya me me sintiera lo suficiente madura. Así podría disfrutarlo doblemente; a pesar de que las letras fueran las mismas, estaría leyendo dos libros distintos. Supongo que todos sabreis de cual estoy hablando:

<<-¿Tú crees en las flores…?
-Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!

-¿Un qué?
-Un hongo.

El principito estaba pálido de cólera.

-Hace millones de años que las flores tienen espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?

El principito enrojeció y después continuó:

-Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!

No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.
>>


Pasamos tanto tiempo "haciendo calculos" que olvidamos la importancia de las cosas más minúsculas, para nosotros pasa desapercibido el discreto encanto de las pequeñas cosas. No entendemos cómo para alguien algo puede llegarle tanto al corazón si a nuestros ojos no tiene relevancia. Tan solo nuestros calculos lo tienen. Qué triste, a veces somos hongos...
Pero si nos llega el momento de toparnos con esa rosa insignificante y ésta es capaz de rozarnos el corazón, pasará a ser tan importante como para temer su desaparición. Hasta el punto de considerarla única.



<<-¡Buenos días! -exclamó el principito al ocaso. -¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! -respondió el eco. -¿Quién eres tú? -preguntó el principito. -¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... -contestó el eco. -Sed mis amigos, estoy solo -dijo el principito. -Estoy solo... estoy solo... estoy solo... -repitió el eco.

"¡Qué planeta más raro! -pensó entonces el principito-, es seco, puntiagudo y salado. Y los hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice... En mi tierra tenía una flor: hablaba siempre la primera... "


Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres.
-¡Buenos días! -dijo.

Era un jardín cuajado de rosas.

-¡Buenos días! -dijeran las rosas.

El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!

-¿Quiénes son ustedes? -les preguntó estupefacto.
-Somos las rosas -respondieron éstas.
-¡Ah! -exclamó el principito.

Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil. Todas semejantes, en un solo jardín!

Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir verdaderamente para humillarme a mí también... "

Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe... " Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.>>



Pero puede que algún día otra realidad se ponga delante de tus ojos. Entonces solo verás eso. Y te confundirá haciéndote creer que solo existe "eso"; que has estado engañado; la confusión te hace sentir desgraciado, vaciado. Ya solo puedes sentirte a ti, y cuando hablas a tu interior tu soledad hace que se produzca eco dentro de las paredes de tu corazón.


<<De esta menera el principito, se fue acercando al zorrro y le dijo:Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- ¡Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mi rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : SOLO CON EL CORAZÓN SE PUEDE VER BIEN; LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.
>>




"Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos": quizás no sea la Regla de Oro, pero la recordaré siempre...

1 comentario:

  1. Me alegra que hayas vuelto a releer el libro. Yo tuve la suerte de poder leerlo de niño, cuando me reía de esos dibujitos mal hechos, y un poquito mas mayor; cuando ya entendí de sus letras.
    Me alegra por que me vas entendiendo, quizás más de lo que nadie lo haya hecho.
    Como dices, lo esencial sólo es visible para el corazón...
    Y es aquí donde nos quitamos las máscaras, donde los ojos se cierran, y sólo queda eso, corazón...
    Un abrazo arlequín.

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