9 de diciembre de 2009

Café ardiente


Hago un merecido descanso entre examen y mudanza. Los días son fríos; es lo que toca. Y yo también soy fría; es lo que hay.
Que me comparen con el tiempo es algo que me merezco, porque al fin y al cabo eso es lo que aparento.
Soy la sensación de un témpano de hielo entre velas que no consiguen derretirme.
Seguramente sea la razón por la que hay gente que se forma una previsión mía como una persona asquerosa o repelente, y nos les culpo; ser distante es una de mis mejores cualidades por suerte o por desgracia.
Sin embargo no me agrada serlo, y aun así lo soy; supongo que lo utilizo como escudo y solo soy así para que los daños reboten o no se atrevan a acercárseme. Como resultado me he formado un caparazón molesto pero necesario…
Supongo que cuando me empiezan a conocer, esa primera impresión se va degradando o les pueda parecer “templada”. Tan solo los que han logrado hacerse un hueco en mi corazón saben de mi calor, y ni siquiera es norma.
Algunos amigos me han calificado como fría con ausencia de connotaciones negativas; me dicen “no hay maldad en la frialdad ni bondad en la calidez, nada es bueno ni malo, solo son tipos de personalidad”. Me gustaría creerlo, pero tener una forma de ser con los demás te abre o cierra puertas: de verdad que me gustaría que a veces pudiera dar abrazos así porque sí. Dicen que los que lo hacen son más cariñosos; yo solo me quedo a su lado. Me gustaría poder expresar en mi cara una alegría inmensa presente en todas mis facciones al recibir un regalo que me gusta. Dicen que los que lo hacen son más agradecidos; yo simplemente les regalo una de mis mejores sonrisas sinceras, qué pobre demostración… Me gustaría estar hablando y bailando toda la noche con nuevos amigos que pueda hacer y al despedirme expresar superlativamente mi agrado por haberlos conocido; y es que yo solo les dedico una leve sonrisa y deseo para mis adentros volverlos a ver esperando que mi satisfacción sea recíproca. Y me encantaría saltar de alegría, contagiarla, reproducirla, desbocarme… pero ahí se queda dentro, divirtiéndome sin excesos ni exuberancias, sin pasar la barrera del interno deleite.

Por todo esto no puedo negar que soy fría y me da la evidencia de las puertas que me cierran más que me abren. Quizás eso tenga consecuencia ineludibles, menos oportunidades de relaciones cordiales y candentes… de todos modos me lo busco. Porque si no das no es “justo” recibir ¿no? Son pocas las personas que quieran romper ese equilibrio. ¿Soy egoísta por querer que lo hagan?
Por más que mi inexplorada fuerza exterior que salpica chipas de fuego envía señales invisibles, es inevitable que no obtenga contestación. Si un aventurero consigue sentirlas, se quemará de amor, sino, este iglú seguirá deshabitado…

1 comentario:

  1. Y otra vez me siento identificado...

    Es una pena no poder expresar lo que sientes, o mas bien expresar el grado de lo que sientes...

    A mi tambien me tachan de frio, de raro...
    Y es que es lo que me sale, no lo que siento.

    Es complicado explicarlo.

    Y mis candelas son mis amigos, la gente que es capaz de adentrarse en mi capa de hielo y calentar mi frio corazón...
    Y si alguna vez tengo frío, me acuerdo de ellos...

    Y si alguna vez no tengo valor para expresar lo que siento, me los imagino a mi lado...

    Pero si que es complicado romper esa capa de hielo...

    1 abrazo querida arlequin

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