20 de noviembre de 2009

Te lo agradezco, espejo del alma.


¿Cómo me puede estar pasando esto?
Mi cuerpo conspira contra mi, y no es la primera vez.
De hecho trama tretas en mis momentos claves... ¿qué le habré hecho? ¡Si yo lo cuido: lo alimento sanamente, lo saco a hacer ejercicio, le arropo, no le drogo, le divierto...! ¿qué más quiere?
Por lo visto, cuando más lo necesito me falla. Se autodestruye y yo no puedo hacer nada. Es como un niño mimado.
Voy a arrastas con él, y es que no pienso que me desvié de mis objetivos. No voy a permitir que me desanime, que me haga invisible, que me convierta en una víctima.
Esta noche tengo que dar lo mejor de mí, aunque pida reposo enseñándome el sudor frío de su frente. Aunque me pida descansar electrificándome con sus súbitos escalofríos.
Mi corazón no fallará, ¡al menos esta vez!
Le debo tanto... Él si que no me deja tirada. Late y late vívamente a pesar de la mala influencia que le rodea. No le puedo reprochar que sea inecto para el amor y parezca una escopeta estropeada o una aguja mal templada. Yo lo quiero como es.
Además, mi corazón tiene una ventana al exterior, sí, se puede decir que es un interceptor de mi resignado cuerpo. Solo los ojos le pertenecen... esos que derraman pequeñas lágrimas para recordar al tacto de mi piel que el que manda es Él. Solo Él.

2 comentarios: