29 de noviembre de 2009

Al otro lado...

Hay veces que determinadas cosas me sorprenden
La vida me ha enseñado a encajar bien las decepciones pero todavía no me acostumbro a los hechos gratamente inesperados.


Cada vez más pienso en la semejanza entre las personas y los actores; pasamos la mayor parte de la vida en el escenario, actuando unos con otros, siendo un personaje en concreto. Cada uno hace su papel con precisión y ese es el que lleva a todas partes, por lo tanto, el único que conoce el de al lado. Pero el asombro está cuando, en un periodo (pequeñísimo para mi gusto) del día, nos bajamos del escenario y nos quitamos la máscara y el disfraz. Entonces somos nosotros. Al destape.
Y quizás dos personas se encuentren por las butacas y no se reconozcan, y es normal teniendo en cuenta que ya no son tal y como el resto del día. Son los mismos pero distintos. Distintos en tanto que se saludarán de forma diferente, se expresarán más libremente sin esos cánones de interpretación sociales, tendrán intereses dispares…

Es hermoso, a mi parecer, encontrar ese otro en la misma persona, y descubrir lo nuevo que hay dentro de ella, infiltrarse en su alma y darte el placer de poder experimentar una sorpresa grata.
Os invito a que lo intentéis, seguro habrá muchos aspectos que desconocíais, variopintos matices impensados, un perfil personal totalmente innovador y sentimientos que no le atribuirías.

Un ángel habló un día de los secretos, y de que algunas cosas mejoran sin pierden en parte esa categoría. Estos son secretos agrietados a causa de la confianza, pasando a estar un poquito más liberados, bella y sutilmente compartidos.
Pero hay secretos y secretos. Quizás algunos deberían mantener su anonimato… no lo sé. Si levantas el velo a la novia una nueva etapa comienza, sí, puede que más bonita, pero la anterior se esfumará. Las elucubraciones desaparecerán y la magia culminará en un asombroso truco.
Será como si esas dos personas que se descubrieron en las butacas, volvieran a subirse al escenario y retomaran la obra, aun sabiendo que sus interiores ya están conectados…


Que dicha es la de que las personas no seamos solo apariencia.

26 de noviembre de 2009

Sin mis efectos personales

Tengo una mala racha diría si fuera de la clase de personas que se quejan de sus infortunios.
Ayer volvió a sucederme otro no muy agradable.
Almorcé con prisas y me fui veloz hacia mi cita con la profesora, con la que tenía que cumplir una tutoría. No tenía muchas ganas de contarle mis problemas lingüísticos, pero le llamé la atención cuando la vi cruzar el umbral de la puerta de salida de la facultad. Entonces ella, con cara de apenada, dio por supuesto que no me había informado del cambio de planes. No iba a atenderme.
De modo que me fui con una amiga a la famosa biblioteca para informar a algunas personas de los nuevos planes para esa tarde. Era miércoles e ibamos a ir al cine.
Ya que mis compañeros no habían contado conmigo para comprar las entradas de la película esperada, me dirigí con una amiga al cine. Nos pareció que estaba en la otra punta del la ciudad, pero llegamos, hicimos la cola y entramos.
Todo había cambiado de rumbo, quizás fuera eso lo que desordenó mi equilibrio de "fuerzas" e hizo que mi acostumbrada suerte mediocre empeorara.
La pelicula estuvo bien; encendieron las luces y allí no estaba.
La imagen de mi bolso había desaparecido de donde la dejé, ahora en su lugar solo había la confusión de una desaparición casi incomprensible.
Tardé unos instantes en poder entenderlo, porque en un primer segundo tu mente entra en caos, en el siguiente descartas la idea de que estás dormiendo y todo lo que viene después es una maraña de sentimientos nublosos entre incredulidad y pánico.
Mi amiga y yo empezamos a buscar, yo desesperada, por todo nuestro alrededor, aun sabiendo que no lo había dejado en tales lugares. El siguiente paso fue bajar a trompicones los escalones mientras mi cabeza maquinaba hipótesis. Pregunté con una voz imperceptiblemente temblorosa a los encargados. Nada. Nos dirigimos a los baños, poniendo en duda mi confianza (quizás se haya olvidado cuando fui, ¿no?) pero solo agotaba opciones, porque yo sabía que no.

Volví al menos tres veces a la susodicha sala, como si esperara que resurgiese de la nada, que repentinamente me estuviera esperando en la butaca en una de ellas, que tuviera un golpe de suerte y el susto se quitara el disfraz de angustia. Pero no fue así, y eso me agobió mucho más.
Pregunté y pregunté. Todos parecían querer hacer algo por mí pero no parecían sentir la pena, y es que todo seguía con su mormalidad, estando yo entre ella, desentonando, siendo la única que sufría en ese momento. A nadie le importaba, ya que no tenía nada que ver con ellos, y después de mi entrevista todo el mundo se olvida y vuelve a la suyo. Porque solo es mi infortunio...
Habían pasado unos minutos, y no parecía que fuera ha encontarlo ya, sin embargo, estas situaciones te hacen sacar tu instinto de supervivencia. Miraba intencionadamente a todas las mujeres que pasaban, como hace un león que busca a su presa y espía a las gacelas con deseo. Esto me hizo sentir mal...no me gusta experimientar rabia hacia alguien. Y como no tenía persona concreta a quien dirigirla, la sentí hacia nadie y todos a la vez.
Salí a la oscuridad de la calle. Todo el mundo riendo. Que aprovechen.
Mi amiga me hizo sentir mejor y aminoró mi rabia, pero la desesperación seguía viviendo en mi. Vaya ocupa más desagradable.
En el camino hacía la comisaría intentaba probar ese consuelo de ver los aspectos positivos..."vale, no me han quitado la cámara de fotos ni la documentación...¡pero sí las llaves, mi bolso preferido, las gafas de óptica, el mp4, el dinero, el móvil con su tarjeta de memoria, numero y fotos...!" no funciona.
Abandoné el intento porque solo conseguía ponerme más triste y no quería dar vía libre a mis lágrimas, deseosas de salir.
Cuando llegué a la comisaría, me informaron de una oleada reciente de robos y me quitaron las esperanzas de encontrarlo. Yo quería poner denuncia, pero también me privaron de ella debido a que tenía que esperar largo rato. Que dentro de cuatro días.
Salimos mi amiga y yo y nos fuimos encontrando a conocidos que, al tener que contarles lo sucedido, de nuevo apenados pero impasibles. Al encuentro con una que colaboró hacía una semana con esa labor de ayuda que hicimos, me hizo pensar cómo las personas somos tan distintas entre sí. No me explico aun cómo hay personas tan dispuestas a ayudar y otras tan malvadas, tan desconsideradas, tan inmorales que no dudan en sacar beneficio para sí mismos sin importarles el daño o perjucio que causan.
Yo había ayudado hace poco, y ahora me pasa esto. Quizás le pueda dar mayor importancia de la que tiene, al fin y al cabo, son solo objetos, aunque les tengas cariño o sean importantes, siguen siendo cosas. Pero no solo me sentí desafortunada por eso, sino por un cúmulo de desdichas que me atacan últimamente, como si me estuvieran poniendo pruebas. Estoy cansada ya de saltar obtáculos, añadiéndole la sopspecha de que nada tendrá su recompensa.
De vuelta a casa la esperanza se puso el contador con marcha atrás. Subiendo el ascensor va creciendo el miedo, y al entrar, tormenta y estruendosos truenos hacen que llueva en mí...

Estoy perdiendo cosas, y lo que es peor, estoy perdiendo personas... ¿me estaré perdiendo a mí misma también? Umm, no. Creo que esto es lo peor que nos puede suceder. Dejar de sernos fieles y desconfiar de nosotros mismos hasta llegar el momento de abandonarnos y dejarnos de querer... eso no se lo deseo ni a las personas que me robaron. A nadie.

24 de noviembre de 2009

Con la vista al frente


Ya estoy en el abismo. Un paso más y ya no hay nada. No puedo ver que hay al otro lado y ni siquiera sé si sigue.

Como cuando subes al peñasco más alto del acantilado, sintiendo como empiezan a templar tus extremidades a medida que te haces un hueco entre los cantos rocosos y, una vez conseguido el equilibrio, te incorporas siendo lo primero que sientes una ráfaga de sabor lejano, muy fresca, muy limpia, muy marina...
De repente tu estado de ánimo cambia como cambia la dirección del viento; y es que ese paisaje suele provocar a todos las mismas sensaciones: primero admiración, que va turnándose en melaconlía, hasta terminar por borrarnos los pensamientos, dejándonos así la mente en blanco para que nuestra única actividad sea la de escuchar la mezcla de sonidos de las gaviotas y lasolas rompiendo, disfrutando del silencio de la tranquilidad. Con el cabello alborotado y la piel excitada.

Digo que es una sensación parecida porque, por más que agudices la vista, no verás en el horizonte nada más que la separación entre mar y cielo, no más.
No puedo ver lo que hay en el otro lado. Quizás haya guerras, o quizás otra persona maravillada en otro litoral desierto... al igual, no puedo ver más allá de donde estoy. Me quedo pensando en la nada y me siento a esperar. Ya solo puedo esperar. Y pronto veré un atisbo de mi futuro, que se acercará, y lo aceptaré...

23 de noviembre de 2009

El Dominó de la vida

Me veo de nuevo en la biblioteca.
Si siguo atañándome costumbres, dentro de poco la veré como mi estudio personal.
Quisiera contaros que ya estoy bien, pero aun no parece manifestarse esa sensación en mi ni por dentro ni por fuera.
Sí puedo contar que este fin de semana hemos hecho algo extraordinario. Lo hemos conseguido. A pesar de las difucultades, de los contratiempos... todo ha salido bien y hay una nueva buena labor realizada, la cual quedará en mi memoria en la de algunas más.
Ví una película, repetidas veces ya, llamada "Efecto mariposa" en la que se sostiene la idea de que una acción repercute sobre las siguientes. No existen actos aislados sin consecuencias en el futuro. Todo está interrelacionado, como unido por un hilo.
Quizás la vida sea una larga y valiosa cadena, y cada uno de los hechos sea un eslabón que formara parte de ella, imprescindibles todos.
Si esto es así, la labor que hayamos hecho repercutirá en un presente y futuro. En este caso, la satisfacción de que será favorable ocupa el primer lugar.

Sin embargo, incluso las acciones con la mejor intención del mundo pueden traer problemas. Por difícil que parezca, hay extremos que se se tuercen. Un lazo de amistad peligra desde aquel momento, porque como se suele creer, un amigo verdadero te demuestra que lo es en los malos momentos o cuando llega la hora de ayudarle... pero si no llega la ayuda o colaboración de quien creias que lo era ¿qué debes pensar?
Lo más lógico sería molestarse, como hice o he hecho yo, pero la amistad no es nada lógica, y aún menos algunas personas. Más complicado se vuelve cuando esa persona te replica que tu resentimiento no es justificado porque no sabes ver los verdaderos motivos...
La confusión y la rabia se funden. Lo primero que pasa por la cabeza es definirlo como una excusa barata procedente de una boca que no sabe que no naciste ayer, y la segunda, la duda de que haya una intención disfrazada detrás de estas palabras sin coherencia aparente.
De todos modos, la situación pide no bajar la guardia, y sin saber ni cómo ni por qué el lazo se ha hecho delgado por momentos, hasta convertirse e un hilo, del que pende todo entre los dos. Y los dos fuimos conscientes, quedando ahí la cosa... sin fuerzas para luchar por ambas partes.
Si la labor dicha anteriormente no hubiera sido con buenas intenciones ¡no sé qué huera pasado ya!

Claro que al final el bueno siempre gana y la unión entre los que formamos parte de este reto fue mayor, adornando con un lazo, esta vez más consistente, nuestra amistad, del cual necesito ahora más que nunca y del que sé, aunque a veces sienta que ya no me abraza, que nunca me va a soltar.

Quizás haya una fuerza invisible que nos envuelve cuya misión es, poco a poco de una manera casi imperceptible, desplazarnos a cada uno al lugar que nos corresponde, a la situación que merecemos. Quizás cuando alguien da un paso más importante de lo normal, esta fuerza se manifiesta con mayor velocidad, dejándonos así percibir estos desplazamientos, o como lo llamos nosotros, destape de ojos, quitarnos la venda que no nos permite darnos cuenta de las cosas, desengañarnos... entonces decimos "el tiempo pone cada uno en su lugar"

Siento realmente miedo al pensarlo, al imaginar cual será mi lugar.
Yo soy de las que piensan que cada uno puede cambiar su "destino" pero hay cosas que se escapa de nuestra manos, y no sé si esto es una de ellas.
Como ya he dicho, es muy probable que nuestra vida sea un conjunto de conductas relacionadas, y cuando erras en un punto, puedes desencadenar una serie de derrumbamientos como si de una fila de fichas de dominó se tratase. Por suerte, tenemos la capacidad de darnos cuenta de nuestra metedura de pata y parar la cadena y volver a empezar...eso si lo alcanzas a tiempo. Me imagino mi vida como una inmensa fila de fichas: perfectamente colocadas del presente en adelante, y una rista por detrás, que más que una fila veo segmentos discontinuos resultado de la caída de fichas por el camino. Son mis errores cometidos. Algunos puedo verlos con claridad desde donde estoy, estropeando la perfecta fila y a la vez recordándome que no los vaya a repetir. Dudo que alguien la tenga intacta, cosa que no me consuela demasiado, sin embargo ¡aún tengo mucha distancia por delante!

Ahora me hago las siguientes preguntas ¿qué pasa con los pensamientos de querer hacer algo que no pisaron el terreno de la existencia? ¿tienen alguna repercusión en el futuro las acciones que no llegaron a ser? como me dijo esa persona, ¿tienen que ser consideradas a pesar de no haberse hecho realidad por no pecar de importunas, de complicadas o por cualquier motivo que impidieron a la persona llevarlas a cabo? ¿cuál es el destino de estas obras y sentimientos pensados? Si les pudieramos dar un "sí" nos ahorraríamos el adelgazamiento de algunos lazos, pero me temo que, a pesar de mis pesares, son solo humo...

20 de noviembre de 2009

Te lo agradezco, espejo del alma.


¿Cómo me puede estar pasando esto?
Mi cuerpo conspira contra mi, y no es la primera vez.
De hecho trama tretas en mis momentos claves... ¿qué le habré hecho? ¡Si yo lo cuido: lo alimento sanamente, lo saco a hacer ejercicio, le arropo, no le drogo, le divierto...! ¿qué más quiere?
Por lo visto, cuando más lo necesito me falla. Se autodestruye y yo no puedo hacer nada. Es como un niño mimado.
Voy a arrastas con él, y es que no pienso que me desvié de mis objetivos. No voy a permitir que me desanime, que me haga invisible, que me convierta en una víctima.
Esta noche tengo que dar lo mejor de mí, aunque pida reposo enseñándome el sudor frío de su frente. Aunque me pida descansar electrificándome con sus súbitos escalofríos.
Mi corazón no fallará, ¡al menos esta vez!
Le debo tanto... Él si que no me deja tirada. Late y late vívamente a pesar de la mala influencia que le rodea. No le puedo reprochar que sea inecto para el amor y parezca una escopeta estropeada o una aguja mal templada. Yo lo quiero como es.
Además, mi corazón tiene una ventana al exterior, sí, se puede decir que es un interceptor de mi resignado cuerpo. Solo los ojos le pertenecen... esos que derraman pequeñas lágrimas para recordar al tacto de mi piel que el que manda es Él. Solo Él.

17 de noviembre de 2009

Ajena


Estoy aqui, escribiendo desde un ordenador ajeno, en un lugar ajeno, realizando una acción ajena a mi interés. Debería estar haciendo tareas en este tiempo libre que tengo entre actividad y actividad... aprovechando el tiempo. Pero la rutina me concome y me ahoga. Me aprisiona el corazón y la mente. Necesito volar... escapar... ¡escribir!
Miro por entre la cortinilla de la ventana de la biblioteca y es de noche. Hace sentirme encarcelada en este ambiente tan confortable y caliente, ajena otra vez de la vida nocturna, del aire fresco, del murmullo leve de las calles semidesiertas y del toldo negruzco salpicado de puntos de luz que son pocos en la ciudad. Creo que todas las estrellas emigraron a mi pueblo.
Pensar que aun me esperan horas de concentración intelectual y tener que volver a encerrarme entre cuatro paredes sobre dos plantas de cimientos... me derrite cual vela consumida.
Dentro de unas horas volverá a salir el sol y repetirse las mismas acciones sino más pesadas.
Pero en realidad me gusta lo que hago. Solo en realidad. Imaginariamente, lo que me gustaría sería correr, correr hacia una libertad distinta. que al levantarme cada día pueda elegir a qué hora hacerlo, en qué emplear mi tiempo cada día, porque si lo pensamos un poco, nuestro tiempo queda alienado una vez más. Pasa de ser nuestro a servir, es decir, queda esclavizado por fuerzas exteriores y ajenas a nosotros.
Con esto no quisiera decir que nos convertimos en marionetas, pero sí que la obligación reina y pega latigazos al corazón para que mueva a nuestros pies, que a veces caminan sin nuestro consentimiento, como manejados por los hilos de la pasividad.
Es un sueño estúpido querer ser activos. Vivos en cuerpo y alma. Es nuestra forma de existencia hoy por hoy, optada en cualquier caso por las personas: hemos jerarquizado los deseos, los impulsos, los deberes, las responsabilidades. es una estructura necesaria y a la vez desesperanzadora.

Pero yo a veces soy rebelde y violo esa jerarquía. ¡Eleboro ideas desafiantes!
Entonces es cuando escribo la biografía de mis sentimientos, tan menospreciados por todo lo que me rodea y ahoga.
¿Ahora veis? Me gusta sumergirme en mi mundo ajeno...

12 de noviembre de 2009

Ya era hora


Sin prisas…
Las agujas siguen apuntado hacia signos tan convencionales comparados con lo que es realmente el tiempo que pasa, que corre a veces o va cansado, pero que seguro que no vuelve.
Cada movimiento de una aguja significa un instante único, a pesar de que en la vida, hay cosas que ocurren en cuestión de un segundo, y otras que se desarrollan durante toda ella.
Me he dado cuenta que damos muchas cosas por sabidas pero desconocemos, y otras tantas, en cambio, que creemos no saber y han estado ahí siempre, en ese reloj de nuestra vida que da vueltas eternas.
De éstas últimas, no percibía su existencia, su realidad… aunque convivía con ellas. Las abrazaba sin notarlo. Las hablaba sin saberlo.
Son verdades ocultas por alguna razón. Podría decirse que secretos a voces. Voces mudas.
Pero que transcurren, andan con nosotros como si de unas sombras se tratasen. Nadie las oye cuando en silencio gritan al desentrenado oído del alma.
Ahora son los relojes los que me susurran “te lo advertíamos”. Me paré a pensar la similitud con… es que son como corazones alienados de complicaciones: formados por un sencillo mecanismo que no se puede permitir parar (si se para el corazón cesa la vida, si se para el reloj cesa el tiempo. Y el tiempo es la vida) pero sí carentes de sentimientos… espacio que llenan de paciencia. ¡Cuánta tienen éstos! “Todo a su tiempo” dicen a cada segundo.
¡Tenemos mucho que aprender aún de los relojes!
A Mí me enseñaron a aprender, ¿el qué? Eso no lo diré.

Renacer entre las cenizas


Demonios nos acechan en el día y en la noche.
La oscuridad nos espía para introducirse en nuestra indefensa alma.
La mentira nos acosa desde cualquier rincón.



Solo tenemos como armas el amor, la luz, la verdad
...que a veces no tenemos a mano y caemos rendidos a los pies de estos jinetes de las tinieblas.

Y al resurgir del mar de penas que nos ahogó, nos elevaremos más alto que nunca,
nos miraremos al espejo más seguros que nunca,
saldremos del resguardo serenos.

El columpio *


“Si la gente nos oyera los pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos”, como un dijo Benavente. Sintámonos afortunados de que tan solo ocurre en espacios de este tipo, donde cada uno se destapa del velo del anonimato y deja fluir sus sentimientos, donde se nos evapora la ridícula vergüenza de dar buenos consejos, donde somos tan solo nosotros.

Puede que a veces dibuje este espacio solo para sentirme mejor, des-ahogarme con “nadie”, y otras veces quiera convertir el talento en belleza, pero todas y cada una de ellas en las que me introduzco en este escondrijo y ventana a la vez, descubro algo nuevo en mí, porque además de poder sincerarte con uno mismo, experimentas sensaciones que no percatabas tener… destapas la esencia de tus sentimientos aclarándolos, creando nuevos o averiguando que son más complicados de lo que pudieras creer.
Y cuando terminas de escribir, lo lees, y te quedas asombrado sino maravillado de tu propio escrito.

Esta entrada es prólogo del diario de un bohemio arlequín que, abotagado de este mundo de payasos malogrados y terroríficamente hipócritas, decide seguir la enigmática senda de los arlequines: individuos de espíritus blancos que desde la época olvidada se entregaron al cometido del soñar.
Del soñar con los ojos abiertos mirando las estrellas al mecerse en sus columpios de libertad.