29 de agosto de 2010

Noche y Día

Cuenta una leyenda china la historia de dos amantes que jamás logran reunirse.
Se llaman Noche y Día.
En las horas mágicas del atardecer y el amanecer los amantes se rozan y están a punto de encontrarse, pero nunca sucede.
Dicen que si prestas atención puedes escuchar sus lamentos y ver el cielo teñirse del rojo de su rabia.
La leyenda afirma que los dioses tuvieron a bien concederles algún instante de felicidad y por eso crearon los eclipses, durante los cuales los amantes logran reunirse y hacer el amor.


Tú y yo también esperamos nuestro eclipse.
Ahora que hemos comprendido que ya nunca volveremos a encontrarnos, que estamos condenados a vivir separados, que somos la noche y el día.

19 de agosto de 2010

Momo, Shamrock y yo


Se sintió atraída, tanto como cuando algún peñasco me hipnotiza a mí para que lo trepe y pueda admirar la fuerza del océano, solo que ella no quería estar sola. Sentía curiosidad; lo sé porque descubría su cuellecito más de lo normal. Y también prefería irse con él, muy a mi pesar. Sin embargo se lo permití, aunque no pude evitar pensar qué fuerza atractiva podría desprender para que se acercase a un extraño. Aún así, noté que no era un extraño cualquiera, porque cuando alguien es del mundo, no es extraño para nadie. No hablaba, pero con su postura paciente decía que se podía confiar en él. Parecía tan confiada que ya no quise retenerla si quiera. Esperé pacientemente escrutando su figura intentando indagar dentro de él, pero se me hacía muy difícil con tal maraña que tenía por cabello ocultando su mirada, de modo que me quedé mirándole fijamente hasta que alguno de los dos cambiase su conducta, hasta ahora de reconocimiento. Llegó un momento en que el muchacho ladeó la cabeza hacia ella, como si mi tortuguita le hubiese saludado de repente y él hubiera salido de su distracción; ahí fue cuando me aproximé más a ellos, quizás para que me diese más tiempo a intervenir en el peor de los casos. Cuando la recogí la llamé Shamrock; me pareció un nombre que se ajustaba a la perfección a ella porque la encontré entre los tréboles de un paraje de Belfast y además era tan verde y mágica como un trébol, o Shamrock en irlandés. Entonces yo le encanté y se vino conmigo a pesar de que siempre ha sido tan ansia de libre al vidrio como cualquier otro reptil. Y ahora, por primera vez, parecía que quería ser poseída por él. Sostuve la hipótesis de que la razón fuera que él también era libre, o al menos aparentaba no tener ningún tipo de sujeción a las leyes sociales, y si estaba con él, ella también se sentiría libre.
Dos almas salvajes. Tal conclusión me hizo sentir miedo… aún era lo suficientemente egoísta como para dejarla escapar y no hice otra cosa que agarrar su cálido caparazón. Me costó atraerla hacia mí, más por mis propias barreras morales que por su fuerza. Entonces fue cuando habló. Dijo que su nombre era Momo y yo titubeante, aunque no sé si se refirió a mi o a Shamrock le respondí con el nombre de mi tortuguita y con que la cuidara. Sinceramente tenía la débil esperanza de que me contestara que no quería hacerse cargo para ella, sin embargo admitió que es duro separarse de alguien querido. Supe que me entendía y también que la dejaba en buenas manos aún si conocerle de nada, pero si mi tortuga le había elegido, tendría que confiar en su criterio, o al menos en su instinto. Le da dos golpecitos en su cabecita a modo de despedida y acto seguido se subió al regazo del muchacho. Dicen que cuando alguien se presenta deja de ser un extraño, por eso nunca olvidaré el nombre de Momo.

16 de agosto de 2010

¿Qué significa temer a lo desconocido?

A los críos se les suele inculcar el rehuir de los desconocidos y de cualquier cosa de la que desconozcan su naturaleza o nivel de peligrosidad; después, cuando crecen, dicen que “les dan respeto” tales cosas, y yo me pregunto cómo pueden decir que les guardan respeto a algo que solo inspira desconcierto.
Lo “desconocido” ha sido muy tratado en tramas psicológicas, espectrales, policiacas, astronómicas y demás, pero lo que tiene en común es el cierto repelús que nos da al intentar definirlo, normalmente con voz piano y breves silencios intercalados entre reflexión y reflexión.
En mi caso, tengo por seguro que lo desconocido me fascina en su esencia; algo que nuestra mente humana tras mucho discurrir aún no ha resuelto en claro me resulta realmente alucinante, pero que a la vez, esa fascinación no puede alienarse de intranquilidad y desasosiego, sobre todo si incide directamente en tu persona.
Por estos y más motivos no me puedo aclarar y no sé qué debo sentir; ¿motivación? ¿Curiosidad?, ¿miedo tal vez?... Supongo que una pizca de todo, sin embargo me temo que son fases sucesivas y conforme van avanzando los días no queda rastro de la motivación y la presencia del miedo se hace indiscutible.
También se le puede llamar desconocido cuando te ocurre algo del que no sabes su raíz aunque su consecuencia te haya llegado sin aviso ni permiso. Y con más razón aún si lo que te ocurre es causa directa de un desconocido. Entonces aquí todo es desconocido, incluso la reacción que debes tener ante esa acción…porque no suele ser positiva.
No quiero ser fatalista ni nada por el estilo, pero cuando la situación te desconcierta hasta tal punto que ni te imaginas cual va a ser tu futuro y ni si lo vas a tener si quiera, el primer punto es dejar constancia de tu preocupación como si de una nota de suicidio se tratase...