11 de octubre de 2010

Todo llega y todo pasa

Hoy es 11 de noviembre y el frío nos vuelve a saludar.
De nuevo resfriada, con apuntes entres mis brazos y un otoño renovado que vivir; nada fuera de lo común. Pero en realidad hoy escribo porque hace exactamente un año que una ilusión brilló en mi corazón, naciendo así una idea en mi cabeza. Lo demás ya lo habéis podido leer.
Lo cierto es que han pasado muchas cosas durante estos complejos doce meses: relaciones que han brotado, otras que se han marchitado por el engaño y otras tantas que se quedan para no quedar irse. También llegó la amistad de nuevos compañeros y viejos compañeros que volvieron. Cómo no, hubo alegrías, instantáneas de momentos para colgar en papel naranja, aunque no faltaron miedos injustos, enfados y alguna que otra resignación. Pero como quien dice, las coas buenas no se apreciarían sin las malas, de modo que lo bueno en el recuerdo y lo no tan bueno para el bolsillo, así lo llevemos con nosotros para no volver a caer en ello.
Creo que nunca me marcho vacía de un año tan fructífero; un año de sentimientos.
Aunque pensemos que no y a veces no seamos conscientes de ellos, todo llega y todo pasa, y pasa como un tren que no espera, asique estemos atentos en esta vida porque cada vez que respiramos se escapa un aliento de vida… cada vez que el corazón late, una oportunidad nace. Y las oportunidades hay que aprovecharlas, ¿no creéis?
Quién sabe como estaremos el año que llega, y cuántas cosas nos habrán ocurrido, lo que sí sé es que quiero vivirlas, experimentar cada sensación e ir acercándome más y más a lo que soy yo, un bohemio arlequín entre mil payasos y millones de estrellas por descubrir.


Y como "de bien nacidos es ser agradecidos", se lo agradezco un Niño Vaho y a un Príncipe Mendigo*